21 de diciembre, sábado. Leonardo Fernández
acaba de presentar su obra El Fusilamilamiento de Torrijos en la capilla
de Santa Isabel de Hungría, del cementerio de San Miguel, en Málaga.
Con esta obra, Leonardo Fernández se une a un
grupo de pintores que destacaron fusilamientos importantes en la Historia de
España. Goya, inmortalizó los del 3 de mayo en Madrid tras los acontecimientos del
inicio de la Guerra de la Independencia. Antonio Gisbert, llevó al lienzo la
muerte del General José María Torrijos y sus compañeros con ligeras diferencias
a la que acaba de sacar Leonardo Fernández.
Goya, pinta el dramatismo de la muerte; Gisber,
una Málaga que él no conoce pero idealiza en el lienzo; Leonardo Fernández
lleva la serenidad de los hombres de una valentía excepcional ante el fin
último y además nos regala cómo era Málaga en 1931. Torrijos y compañeros son
abatidos en la playa de San Andrés el 11 de diciembre – con un mar que no está
en calma (España tampoco lo estaba), con unas montañas que los malagueños identificamos
como nuestras que recortan el horizonte o las torres de la iglesia del Carmen
donde velaron la noche anterior a su muerte aquel grupo de hombres luchadores por
la libertad de todos frente al absolutismo de Fernando VII.
Se ha documentado el pintor de manera exhaustiva.
Tienen ropa de la época, tanto el pelotón de soldados venidos de Soria porque
los de la ciudad se negaba a hacerlo, las levitas y colorido de los paños, el
cielo de Málaga en un final de otoño…
Con el General Torrijos – es imposible reseñar
a todos – muere también el Teniente Coronel de Artillería Juan López Pinto. Tras
la ejecución arrojados a una fosa común: luego a los nichos 307 y 311, un irlandés
– el único que no reposa actualmente con los otros 48 compañeros que posteriormente
fueron trasladados al mausoleo de la Plaza de Merced y está en el Cementerio
Inglés.
Con el fusilamiento de Torrijos, en opinión de
Esteban Alcántara que preside la Asociación que lleva su nombre, y presentó el
acto, no solo se corta la vida y la liberad de los sublevados, sino también la del
pueblo.
En el Cementerio de San Miguel, uno de los
catalogado dentro de las obras monumentales (la capilla es obra de Rafael Mitjana,
los retablos e imaginería proceden del
desamortizado convento de San Pedro de Alcántara…) reposa parte de la historia de
Málaga con apellidos que contribuyeron al desarrollo político y social de la
ciudad. Puede resumirse en los versos de un alcalde al quien se concedió
enterramiento a perpetuidad: “La deuda que los mortales / contrajeron al
nacer / pagó dejando de ser / Pedro Alcántara
Corrales”. Sic transit gloria mundi
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