martes, 17 de diciembre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Vamos pastores, vamos...

 

 


                                                 Misterio. Belén de la Puebla del Río


 

                                  VAMOS PASTORES, VAMOS…

 

17 de diciembre, martes. Dicen que era de noche. En la comarca había unos pastores. Vigilaban el ganado por turnos, o sea que tenían ‘imaginarias’ (la tercera, siempre, la peor. Ya se sabe, el sueño, el cansancio, la hora…) pero aquí no dijeron en cual estaban solo que se apareció el Ángel del Señor y saludó. (Los Ángeles suelen ser gente que sabe comportarse)

- No tengáis miedo. Os traigo una buena noticia, nos ha nacido el Salvador. Les dijo.

Pienso en aquel o aquellos hombres sencillos, deslumbrados con la luz (porque los ángeles, como toda la gente de bien, irradian luz). Pienso, también, en los otros, que al igual dormían tapados con una zamarra para mitigar el frío de la noche, porque por las noches, a esas horas, suele hacer frío.

Les dijo que en Belén había nacido un niño. Cuando despareció un coro cantaban:  “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. A mí cuando leo esto se me antojan  dos cosas: me gusta más los hombres de buena voluntad – aunque los otros, los de mala voluntad que generan hambre y guerras y dolor, son quienes más la necesitan – y que suplanta a “los que ama el Señor”. El Señor ama a todos, ¿o no es así?

Bueno, dicen, que ellos se pusieron en camino y encontraron – como les había dicho el Ángel al niño en un pesebre, envuelto en pañales…. y todo eso que sabemos.

Los franciscanos, frailes seguidores de san francisco de Asís, extendieron por todo el Orbe católico (desconozco si la costumbre también está por las otras comunidades cristianas) cuando llega este tiempo en torno al solsticio de invierno que ‘nace’’ el sol representar aquellos hechos. Les llaman: Belenes, Nacimientos, Pesebres…

En algunos pueblos eso lo convierten en arte. Yo acabo de ver uno en la Puebla del Río. Dos personas a las que he tenido el honor de conocer: Santi y Lola; Pilar… y muchos más de las que no sé sus nombres, han montado algo excepcional. Han recreado el mundo como ellos en su mente de artistas piensan que pudo ser aquella tierra en la que estaba asentada la tribu de Judá.

 No se han quedado conformes e incluso han ido un poco más allá y han puesto pinceladas señeras de cómo debía ser la tierra del cercano Egipto con agua en su río con falúas que navegaban, con gente que laboraban… No se han quedado ahí. Lo han traído también al lugar donde ellos viven y aparecen cigüeñas en la torre, casas primorosas, detalles únicos.

Me vine con la pena de quien se separa de algo único y de que tendré que esperar un año para ver otra recreación tan efímera como excelsa que solo  plasman la gente que lleva mucho y muy bueno dentro de sí.

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