domingo, 29 de diciembre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La huella de Demetrio de los Ríos

 

                           





29 de diciembre, domingo. Nació en Córdoba, Baena (1827) y se formó en Madrid. Dejó lo mejor de sí mismo en Sevilla que rotuló con su nombre una calle en el centro de la Ciudad, cerca de la antigua estación de San Bernardo.

Su familia de clase media, muy culta – su padre era escultor – vivía en Baena (Córdoba) de donde tuvo que emigrar por sus ideas liberales. En Madrid se formó en la Escuela de Arquitectura. Trabajó como profesor de Dibujo Topográfico y Arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla.

Participó en todas las comisiones relacionadas con la arquitectura de la ciudad, unas veces como presidente; otras como vocal. Donde realmente realizo labores encomiables fue salvando de la piqueta la iglesia de Santa Catalina y la de San Marcos, condenadas al derribo por los Decretos de destrucción de algunos templos como resultas de los decretos de la Revolución de 1868.

Realizó una labor encomiable, con criterios científicos, en la conservación de Itálica, el monumento romano más importante de Andalucía, terreno abonado para la rapiña y el expolio de los comerciantes de las bellezas y piezas únicas que extraían de los lugares históricos mal conservados hasta entonces. Durante dos décadas -colaboró con su hermano José - puso coto a aquella barbaridad y el Museo Provincial de Sevilla, del que fue conservador acogió cantidad de piezas que de otro modo se habrían perdido.

En Sevilla realizó también la puerta norte de la catedral que comunicaba el templo con el patio de los Naranjos. Se inspiró en la puerta de los Leones de la catedral de Toledo. Realizó también el diseño del monumento a Murillo en la Plaza de Museo.

En 1880 accedió al cargo para continuar las obras de la catedral de León donde cambió los modelos de piedra de Boñar y la piedra de caliza blanca de Hontoria utilizadas por anteriores arquitectos por la piedra arenisca de Buidongo y mármol de Pola de Gordón. En León le sobrecogió la muerte el 17 de enero de 1892 con 65 años.

Sevilla rotuló con su nombre una céntrica calle – se anda en poco menos de diez minutos – que une Eduardo Dato y la Avenida Menéndez Pelayo y pone fin a la ilusión de una vida. Alguien dijo que en interior nacen las ilusiones y en la calle mueren. Quizá sea un epitafio muy significativo para una vida dedicada a la arquitectura en una ciudad de arte, belleza y contrastes. San Isidoro santo sevillano está enterrado en León; san Fernando, rey leonés, en Sevilla…

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