viernes, 9 de agosto de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nostalgia

 

 

                               


Iglesia del Carmen. Calle Ancha. Málaga

 

9 de julio, viernes. Mediodía. Calor tórrido. Me llama Jaime. Jaime es un hombre de palaba ágil, fluida. Tiene ganas de hablar; yo, también.

Me cuenta cosas de su infancia. Verano, Olías, casa de los abuelos; lagares y vino. El tiempo de cuando  el campo estaba tan seco como ahora.

Convenimos que en algunas ciudades el mal entendido progreso ha terminado con los barrios. No ha habido misericordia. Por supuesto que conservar no es mantener la mugre ni las cosas sin valor artístico o con su innata belleza. Hablamos de Málaga en el recuerdo. La Victoria, el Camino de Antequera, El Bulto, la Caleta, calle Pelayo.

Sabemos de sobra que a algunos le ha sentado muy bien la piqueta. Mantener la cochambre, nidos de ratas y la suciedad no es de recibo; reciclar y recuperar el sabor de antigüedad y belleza es otra cosa. Ha prevalecido lo fácil, derribo con dinero y no siempre acorde con la conservación para las generaciones que venían detrás. En su lugar mastodontes de edificios, parecen cajas de zapatos. Martiricos hoy tiene otro paisaje.

Convenimos que la calle Cuarteles era el camino para los que llegábamos en el tren o íbamos a cogerlo una vez finalizadas las labores en la capital. La calle Ancha, paralela, ha sido superviviente a la especulación y al abandono. Y uno, en ocasiones se pregunta, si esta era la Ancha, ¿cómo serían las estrechas? Acuden a la mente Peregrinos, Cerrojo, Eslava, Malpica… Colegios de filantropía para niños que carecían de casi todo.

Al final de la calle, la Iglesia del Carmen, la Virgen marinera de enorme devoción en el barrio. La espadaña y fachada, de ladrillo de estilo neoclásico, y junto a ella el convento de San Andrés, donde Torrijos y sus compañeros pasaron las últimas horas antes de ser fusilado en la playa del Bulto. Una cruz de hierro que bate las brisas que vienen del mar recuerda la ignominia y la tiranía implantada por la felonía.

El Perchel era un barrio de pescadores, humildes. Hoy lamentamos su desaparición y recordamos la cita de Cervantes en El Quijote “El ventero… en los años de su mocedad se había dado a aquel honroso ejercicio, andando por diversas partes del mundo, buscando sus aventuras, sin que hubiese dejado los Percheles del Málaga, Islas de Riarán. Sabemos que para todos los trotamundos de otros tiempos, el Perchel era lugar de paso y estancia. Cofradías. Expiración, Cautivo, Trinidad y San Pablo. Málaga de ayer y… de hoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario