viernes, 16 de agosto de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La vida de cada día


                            


  Inundaciones en Levante.


16 de agosto, viernes. Me he encontrado, temprano, en la calle a Miguel – Miguel es el barrendero del barrio y fiel seguidor del Barcelona - me dice que este verano está como todos, aunque ahora, dicen que sufrimos más olas de calor que otros. Agosto no ha sido benévolo y ha apretado como siempre, me dice, en unos sitios más que en otros. No entro en discusión. Da igual. La calor no amaina. Hay un acompañamiento de cantos de gorriones mañaneros.   El verano sigue, inexorablemente, su marcha. El aire persistente, seco, aquí. Un par de días han amanecido con Levante; abre a media mañana. En otros se ha echado la capa de la DANA. Informa la Tv que en los lugares de influencia de la DANA mediterránea, o sea, por levante, llueve de manera torrencial. Mi amiga Aina me ha enviado un video con la lluvia en Portol… ¡Y de qué manera! Aquí está todo reseco.

He ido a Málaga. Todo está abarrotado de gente. A media mañana he intentado entrar en el mercado de Atarazanas. Es de los pocos sitios donde han quedado mostradores donde uno puede acercarse y tomar algo. Eso era antes; ahora, imposible. Todo el centro ha perdido el sabor de poder compartir un rato con un amigo.

Me he acercado a hacer una gestión para imprimir una experiencia de fotos en color, Un rato de cola aguardando turno. He estado a punto de desistir. No lo he hecho. La espera se hace larga. Es un hastío. La gente busca la poca sombra, Del suelo sube algo parecido a fuego apagado. Quema el rescoldo.

He regresado, a esa hora en que hay más coches que espacio para admitir tanto tránsito- El calor, sofocante. El cielo está limpio de nubes. No dejan de entra aviones al aeropuerto. Hay momentos que diviso hasta tres, en fila, camino de pista. Guardan un orden perfecto. A veces pienso qué podría ocurrir si alguno rompiese la perfección de la formación.

Los que vivimos en el sur estamos acostumbrados al calor, pero hay días en los que uno parece sentirlo de una manera más intensa que otra. A lo mejor es que me estoy haciendo viejo y acuso más estas sensaciones térmicas. Cuando llega la madrugada y las temperaturas se bajan un poco uno siente una sensación de alivio. Eso suele pasar cuando apunta el día…

 

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