15 de agosto, jueves. Diego Gómez
de Ribera, noble castellano del que desconocemos el lugar de nacimiento, en los
alrededores de 1400, murió ante el castillo de Álora al que ponía cerco, en
mayo de 1434. Su muerte originó el romance épico, anónimo, que comienza “Alora,
la bien cercada”. En opinión de Menéndez Pidal, uno de los más bellos de la
literatura española.
Hijo de Per
Afán de Ribera, “El Viejo”. Apoyó a Enrique II de Trastámara en la guerra civil
contra su hermanastro Pedro I de Castilla. Le valió, la concesión de
importantes cargos como caballero veinticuatro de Sevilla, Notario Mayor y
adelantado mayor de Andalucía (Algunos pasaron a hijo Diego al haberse rehecho
la herencia por muerte de sus hermanos o por entrada en Religión). El
patrimonio también se incrementó de manera notable.
En
el siglo XV la oligarquía encontró un campo abonado para controlar los hilos
del poder y los órganos de decisión política. Vigorosa y levantisca, siempre
dispuesta a la expansión, vio en las luchas de la frontera una ocasión propicia
para su enriquecimiento, al tiempo que el rey la utiliza para otorgar mercedes
en pago a favores.
El
castillo – de las Torres, ese es su nombre - de Álora se eleva sobre un
promontorio al que no se puede llegar por tres de los cuatro costados; solo uno
lo permite. Por sus pies corre el río
Guadalhorce, caudaloso en aquel tiempo; por los otros dos, al norte el arroyo
que luego, tras la toma se llamó arroyo de la Tenería; por el sur, el arroyo
Hondo.
La
muerte del Adelantado Diego Gómez de Ribera – está en enterrado en la Cartuja
de Santa María de las Cuevas de Sevilla, dio pie la romance fronterizo que
comienza: “Alora, la bien cercada, / tú que estás en par del río / cercote el
Adelantado / una maña en domingo…”
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