domingo, 30 de junio de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Felipe IV en Álora
30 de junio, domingo. Felipe IV no fue un buen Rey de España. (Valladolid, 1606-Madrid 1665). Su reinado está marcado por una enorme decadencia hasta el punto que España certificaba, ya públicamente, que su ciclo había terminado. Un pueblo empobrecido, hambriento y carene de recursos y moraliedad era el sustento para una monarquía que llegaba al fin de su esplendor.
Entregó el poder en manos de sus validos. Primero, a Gaspar de Pimentel, conde-duque de Olivares; después, a Luis de Haro. Bajo su reinado se sublevaron Portugal y Cataluña. Portugal ya no volvió nunca más a la Corona Española. Por la Paz de Wesfatlia se reconoció la independencia de las Provincia Unidas y por la de los Pirineos España cedió parte de la Cerdaña y los Países Bajos.
Francisco de Quevedo se cree que es el autor de un memorial donde tapado con una servilleta se le daba cuenta al Rey de la corrupción que imperaba en España donde se compraban los cargos públicos y se vendían los puestos en los Consejos. Estos cargos se convirtieron en hereditarios. En la práctica significó que la Corona cedía parte de su poder a los que detentaban los cargos. Pese a las protestas que hubo contra esta costumbre, se mantuvo durante todo el siglo XVII.
Fue un hombre culto y de educación esmerada, pero indolente y vicioso. Se le reconocen casi cincuenta hijos fuera de sus dos matrimonios. Cada vez que perdía una batalla daba una gran fiesta en palacio para celebrar lo bien que habían luchado los soldados españoles. Quevedo llegó a decir de él que era como los “hoyos, más grande cuánta más tierra le quitaban” Muy triste pero muy cierto. Declaró cuatro veces la bancarrota y su gran acierto haber nombrado a Velázquez pintor de Corte.
Visitó Álora el Martes Santo 2 de abril de 1624. Se gastó una enorme suma en allanar caminos. Había venido a Andalucía para recaudar dinero. Vino desde Málaga, donde había protagonizado un incidente con su alcalde, al que reprochó su villanía, respondiéndole aquel, que sus “manos estaban encallecidas en el servicio de S.M.”
Subió por lo que hoy conocemos como calle Málaga y por la calle Ancha a la antigua parroquia de Las Torres donde se cantó un Te Deum. Le acompañaban su hermano el Príncipe don Carlos, el Conde-Duque de Olivares, el Almirante de Castilla, el Nuncio de Su Santidad, el Cardenal Zapata y el Patriarca de las Indias Occidentales. El Rey y el Príncipe se alojaron en la casa del Licenciado Juan de Mayorgas donde se sirvió un banquete y “sobró de todo y bastante”.
Desde
Álora partieron hacia Antequera, acompañándoseles hasta la Dehesa de la Villa,
donde mandó que se volviesen.
sábado, 29 de junio de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Siesta
29 de junio, sábado. El
estío es la segunda estación del año. Con el estío viene el calor. Bueno, en
algunos sitios cuentan que, si el termómetro sube de los cuarenta grados
centígrados, entonces cambia de género. Deja de ser masculino y se convierte en
femenino y ya es ‘la calo’. Algunos afirman que no, que no esa así, que eso es
simplemente mala leche.
¿Saben de aquellos dos que se
encontraron?
-¿Hace calor? Le preguntó uno
al otro
- Calor, calor no hace, pero
¡hace calor!
Con el invierno antiguamente
venían los fríos. Un manto blanco que llamaban nieve revestía las montañas y
algunas llanuras. El refranero contaba que por “los Santos Nieve en los altos”;
con el otoño, cuando septiembre apuntaba a aceitunas de verdeo solían llegar
las primeras tormentas y luego las lluvias. Si venían del Mediterráneo, les
ponían el nombre de gota fría. Debajo
del brazo, lluvias torrenciales y ruinas; si por el contrario, llegaban del Atlántico,
por el Estrecho se bautizaban como borrascas. Era sinónimo de lluvias beneficiosas.
El verano es la calor tórrida –
en algunos sitios se derriten hasta las sombras - desde de poco más del
mediodía día hasta que traspone el sol. Todo se paraliza. El pueblo queda
sumido en horas de quietud y calma. Para no moverse, a veces, no se mueve ni el
aire. Es la hora de la siesta.
Alguien dijo que la siesta es
el adorable vicio de los españoles. Puede llevar razón, pero le puede quitar lo
de ‘vicio’ porque a esas horas es casi imposible realizar alguna actividad
física, además de que se está expuesto a un golpe de calor con peligro serio
para la vida.
La penumbra, la monotonia del
telediario y la información plana del Tour de Francia es el cultivo apropiado
para que el sueño, lentamente, te cierre los ojos y te quedas sumido en un
sopor ideal para olvidar que hay otro mundo fuera de las cuatro paredes de tu
casa.
En Álora, refiriéndose a la
siesta acuñaron una época para gozarlas en su plenitud marcada por dos fechas.
“El Hijo (la festividad del Corpus Christi, entre finales de mayo y mediación
de junio –, las trae; y la Madre – la de la Virgen de Flores (8 de septiembre) se las lleva”. No va
descaminada la sabiduría popular.
En Andalucía entre las tres y las seis de la
tarde son horas sagradas en las que no se hacen visitas ni se llama por
teléfono. A ver si alguien se lo comunica a esas amables señoritas que nos
ofertan tropecientos mil beneficios si nos cambiamos de compañía de teléfono,
de eléctricas o nos hacen un seguro inmejorable…
¡Adorable vicio de los
españoles! Que no se pierda nunca la siesta…
viernes, 28 de junio de 2024
Un hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y crece, y crece, y crece...
28 junio, viernes. El
crepúsculo desde Gibralfaro es un arrebol de fuego. Viene desde las sierras de
Mijas, de Alpujata, de las estribaciones de la Serranía de Ronda por donde
decía la copla que bajaban los ojitos negros de contrabando.
Hemos tenido suerte. El mar,
abajo, es un reclamo de pañuelos de nácar; entre el mar y nosotros que nos
asomamos a la barandilla de piedra delante del mirador, vuelan gaviotas.
Planean en la altura y bajo sus ojos que giran y husmean La Malagueta. Esa
maqueta que explica lo que no debe hacerse para que el crecimiento de una
ciudad sea un bodrio, una asignatura que debería impartirse en las Escuelas de
Arquitectura. “Aspirtantes, esto es lo que nunca debería hacerse, aunque empuje
el dinero para aprovechar en el mínimo espacio disponible”.
Como una isla perdida en un
océano de construcciones, la plaza de toros. Centeraria. Tomó el nombre de La
Malagueta. Un embrión de ladrillo en medio de un bosque anárquico de
construcciones.
- ¿Tu, sabes, me dice mi amigo,
que Pan y Toros es un pasodoble que compueso por un antepasado mío? Era,
hermano, me confirma, de mi bisabuelo, se llamaba Francisco Asenjo Barbieri…
Y entonces yo le cuento que Pan
y Toros es el pasodoble que cada tarde de feria abre plaza cuando se inicia
el paseíllo… y le recuerdo tardes únicas vividas en ese coso – y no tuve la
suerte de ver otorear al maestro Ordoñez. Pero recuerdo aquella de Paco Camino,
aquellas medias de Morante delante de la puerta del Paseo de Reding, o aquella en que el pitón arrebató el
corbatín a José Tomas…El quite se lo hizo, a cuerpo limpio, Fran Rivera y en
los tendidos se sintió de manera física eso que se llama silencio y miedo.
Y miro, desde la altura del
monte, cómo crece esta ciudad que casi se ve frenada por los montes lejanos…
- Eso de ahí abajo, el
Ayuntamiento, y lo que antes era el Banco de España y Correos y ahora Paraninfo
de la Universidad… Esos jardines, los Pedro Luis Alonso, tenía una rosaleda
preciosa y una jaula con pájaros donde mi madre de niños nos llevaba a verlos y
no encontramos la hora de iniciar el regreso….
Y les digo también que ahí
arrancan los Jardines Puerta Oscura y la muralla de la Alcazaba y sus pies la
Aduana de entonces; al otro lado de esa vía amplia, el parque, ese hijo
‘emancipado’ de la Concepción y que Cánovas ganó al mar porque la voluntad
puede muchas cosas….
Y vemos como la ciudad, en está
horas de arreboles y un crepúsculo de oro, crece y crece, crece…
jueves, 27 de junio de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los pájaros del verano
27 de junio, jueves. Dicen
que vienen cuando les toca; se van cuando corresponde. Las estaciones marcan
esos momentos en los que alguien sin saber el por qué tocan una trompeta que
solo escuchan ellos y cruzan los cielos. Unos van al norte; otros, bajan - ¿por
qué se baja siempre – hacia el sur. (El otro día leía que cuatro millones de
franceses dicen que la tierra es plana lo que rompe esa posible teoría).
La primera que llegan son la
golondrinas, pero esos pajarillos diminutos, deliciosos para mí no son pájaros
del verano sino avecillas que anuncian que llega la primavera con vientos
revueltos, nubes algodonosas y tormentas perdidas por las sierras.
Pienso que el primer pájaro del
verano puede ser el abejaruco. Esos que se visten de arco iris y que según
Muñoz Rojas sembraban el terror en los colmenares y en los insectos que el aire
lleva de un sitio para otro.
La tórtola llegaba -ahora casi
ni llegan – a finales de mayo. Echaban las mañanas picoteando en los rastrojos
de cebabas que eran los que primeros se segaban; luego, se las andaban por los
secanos y en las siestas se iban al brocal del pozo. Zureaban cómo solo ellas
saben hacerlo y ponían notas monocordes en sus cantos especiales.
- Tengo un nido de tórtolas,
nos decíamos cuando niños, en la hueca de un olivo…
- Pues yo, en la rama de un
almendro.
- ¿Y que tiene?
- No lo sé, no me puedo subir
porque la rama es muy endeble. Se puede partir, pero para mí que tiene
pichones.
Una mañana, cálida de verano, a
esas horas en que el sol comienza a apretar, el nido estaba vacío.
- ¿Se ha ‘volado’ el nido de
tórtolas?
- No lo sé. Me lo he encontrado
vacío. Han podido pasar un montón de cosas. Me hubiera gustado saber que los
pichones se las andaban con sus padres por los rastrojos, pero… eso nunca lo
supe.
Vienen también los alcaudones y
los cucos. Esos pájaros tienen su sitio en la naturaleza. A mí no me gustan.
Siempre se aprovechan de los otros pajarillos mas débiles. Mas o menos como
algunos hombres.
Codornices, nidos camuflados en
la tierra. Dicen que han visto bandadas de perdigones en el Lomo Frío, en la
Cuesta del Berrón y en el palmar de Virote; alondras que canta cuando viene el
alba en las lomas de El Chopo…
Escribo estas líneas bajo el
calor de una tarde de verano. Pían los gorriones. No los veo. Sé que están ahí,
pero esos no son pájaros del verano. Están con nosotros todo el año y es un
espectáculo verlos como se las buscan picoteando por el camino esos granos que
solo ven ellos…
miércoles, 26 de junio de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Lo de cada día
Me
lo contaron. No sé si es apócrifo. Entrevistaban a Charlot y el periodista le
pregunto:
-
¿Es usted, feliz!
Saltó
como un resorte:
- ¿Tan imbécil me ve usted?
Dicen que entre la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del XXI hemos asistido a más cambios que gran parte de la humanidad en mucho tiempo. Ha desaparecido el telex, el teléfono fijo (el de la mesita de salón, el telégrafo y por supuesto el telegrafista, la Hispano Olivetti donde buscaba alcanzar no sé cuántas pulsaciones por minuto,…¿para qué?
¡Qué sé yo! Desde hace un tiempo cuando por las mañanas aparece el sol por la ventana me hace pensar y preguntarme ¿cuánto tiempo me queda para seguir de pie?. El mundo se mueve al otro lado de mi ventana y yo sigo impasible mirando casi las mismas cosas de cada día.
Estamos bombardeados por el pesimismo. Casi todo nos anuncia algo malo para hoy y, peor, para mañana. Ahora parece –tampoco es una novedad- que no hay dinero para sostener ‘el plan de vida que dicen que llevamos”.
Uno pide un poco de aire fresco. De ideas. De algo que se salga de lo vulgar. De que los que tienen que tomar las riendas para que los demás les sigamos, acierten. Es hora de que sople, a modo de brisa, casi imperceptible, pero brisa al fin, algo fresco y no viciado.
Me acuerdo cuando en la La Comedia humana- esa obra maestra de Saroyan de aquellas palabras de la señorita Hicks, la profesora de Historia Antigua: “En un estado democrático todo hombre es igual a los demás hombres hasta que empieza a ejercitar sus capacidades, y a partir de ese momento todo el mundo es libre de ejercitar las capacidades que prefiera.”
Cada
día me veo más raro. El otro día comía con un amigo. Yo soy poco carnívoro,
pero por no sé que extraña razón pedí carne.
El
camarero, todo cortesía, me preguntó:
-
La quiere poco hecha o en su punto.
Y
yo que no se cantar, pero que a veces salgo por peteneras le respondí:
Mire
usted desde que el Homo erectus descubrío el fuego, la sangre para otro
sitio…
El
hombre me miró como se mira a un bicho raro. Mi amigo, con cara de compasión,
además, agregó. “Tú, no sabes comer carne ¡Se te ocurren unas cosas”
martes, 25 de junio de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Solsticio
25 de junio, martes- El solsticio de verano acaba de pasar. Dicen que estamos en los días más largos del año. Casi las diez de la noche y aún hay luz por poniente. El crepúsculo largo, retardado, lento, suave, indolente, interminable. A partir de ‘ya’ comienzan, de nuevo, a acortar los días. Es el ciclo; o sea, la vida. Todo culminará cuando llegue diciembre y se llegue al fondo del pozo. He visto venir la noche en la huerta. Dejarse imbuir en estos atardeceres donde la naturaleza parece que se expande es algo único.
Leo que la verdadera revolución del siglo XX, a pesar de que se cumplen inexorablemente todos los ciclos, han podido ser las comunicaciones. No existen las fronteras. Google entra en la casa como un conocido de toda la vida, y según dicen los que saben, esto no ha hecho nada más que comenzar…El futuro de los que vendrán dentro de unos años es alucinante. Al igual, los que vivieron el final del siglo XV pensaron de manera parecida, o no eran conscientes de ser los protagonistas del Renacimiento. ¿Estamos asistiendo a un neorrenacimiento? Pienso que sí.
Dicen, también, que desde la mediación del siglo XX hasta hoy la humanidad ha pasado por más cambios que en muchos siglos anteriores. Hablan de artilugios que hemos visto nacer y desaparecer y hoy ni siquiera nos acordamos de ello.
La
chiquillería, llegado el verano goza en la calle. En mi pueblo se celebraba –
esta fiesta también decae - la víspera
de San Juan. Noche mítica. Se bañaban arrojándose cubos de agua hasta bien
entrada la madruga. Era una costumbre ancestral repetida cada año, por la misma
fecha y con protagonistas renovados. Es una manera de recibir al solsticio que
acababa de producirse o una forma de enfrentar la vida. Lo cierto es que sólo
participa gente muy joven, que a medida que maduran, abandonan. Luego llegará
otro abandono. De ese no quiero hablar.
lunes, 24 de junio de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Personajes en el Descubrimiento de América
24 de junio,
lunes. Modernamente se intenta reescribir una ‘nueva’
historia del Descubrimiento de América. Desconozco, los motivos. Nos quedamos
con algunos personajes; los otros, pasan al olvido. Algo parecido ocurre con
los tres hermanos Pinzón: Martín, Vicente Yáñez y Francisco Martín. Pusieron al
servicio de la expedición dinero – mucho dinero – experiencia marinera y
capacidad de mando.
Oriundos de Aragón,
habían pasado por Asturias. El apellido Pinzón lo heredan de su abuelo, experto
navegante y buzo que había perdido la vista y por imitación al canto del pájaro
pinzón lo llamaron “pinzón”.
Naturales de Palos
de la Frontera (Huelva), conocían la mar como la palma de su mano. El Mediterráneo
no tenía secretos para ellos; el Atlántico, desde Cabo Verde a Brasil, tampoco.
Los frailes de La
Rábida los pusieron en contacto con Colón. Buscaron las naves, la marinería,
los que sofocaron las rebeliones y los que, en cierto modo, fueron cabezas pensantes
en la hazaña y en el convencimiento de las gentes del lugar.
Martín Alonso
(1440-1493) – aportó dos carabelas - y Vicente Yáñez (c. 1461 - c. 1515),
capitanes de La Pinta y La Niña. Francisco Martín (1445-1502), menos popular,
ejerció de maestre en la carabela de su hermano Alonso.
Adquirieron fama y reconocimiento en la costa
de Huelva a finales del siglo XV y comienzos del XVI. Participaron, en numerosos viajes comerciales
y de exploración e, incluso, organizaron armadas con los propios palermos para
luchar en conflictos bélicos.
El mayor, Martín Alonso fue grumete en el
Mediterráneo y por la costa atlántica de África.
Los viajes le curtieron como armador y
comerciante. Gran conocedor de las artes
náuticas, la geografía y la cartografía. Nació en 1440 y murió 1993. Líder de
la comarca participó, además de en el primer viaje de Colón, en las batallas en
la guerra contra Portugal.
Vicente Yáñez (c. 1461 - c. 1515), capitaneó
La Niña; Francisco Martín (1445-1502), ejerció de maestre en la carabela de su
hermano Alonso.
Alonso capitaneó la carabela desde que
Rodrigo de Triana avistó tierra. El viaje de regreso, especialmente duro,
debido a las tormentas cuyas consecuencias causaron fiebres recurrentes en el
marino. La Pinta arribó a Bayona antes de que Colón llegara a Lisboa y Alonso
volvió a una finca entre Palos y Moguer, desde la que fue trasladado para
fallecer en La Rábida.
Vicente Yáñez Pinzón vivió junto a su
segunda mujer en el barrio de Triana. Parece que está enterrado en su
cementerio.
Sofocó conatos de amotinamiento y prestó
auxilio durante el naufragio de la Santa María. De hecho, el propio Colón
regresó en La Niña, capitaneada por Vicente Yáñez.
Organizó una expedición propia a las
costas americanas (1499-1500) que fue la primera en rebasar el Ecuador y en
descubrir la desembocadura del río Amazonas y, por tanto, Brasil.
Fuente.
Inés Morán 2013. Personajes en la Historia de América.
domingo, 23 de junio de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Juan Ramón Caro
23 de junio, domingo. No
recuerdo cuando lo vi la primera vez y ni dónde. Seguro que debió ser en algún
acto cultural. Él, debía ir con “su” Antonia. ¿Han escuchado aquello que
detrás de un “un gran hombre hay una gran mujer”? En este caso, se van a quedan cortos.
Antonia Contreras en el Cante
es embrujo. Es la voz que de haber coincidido en vida con Manuel de Falla le
habría hecho cambiar con toda seguridad parte del Amor Brujo. Tuvo ‘la
culpa’. Le decía que no sé dónde ni cuándo. Sí se con quién. Acompañaba a
Antonia.
Juan Ramón Caro tenía entonces esa pinta de estudiante
que rompe moldes. Pelo canoso; discreto, algo tímido como quien siente un no sé
qué por aparecer en primer plano, figura no estilizada, estatura que no le daba
para cabo gastador en la Legión, pero con una pinta de alguien que su sitio es
el mundo del arte. Ese por el que solo
transita los elegidos. Tenía ya ese algo diferenciador que sin que a uno se lo
haya dicho nadie, sabe que está ante alguien diferente. De esos que entran con
pie propio en los caminos de los elegidos.
Juan Ramón – ¿será por
coincidencia del nombre? – tiene raíces en Andalucía y las alimentó con esa
otra tierra lejana Cataluña, que también encierra mucho arte. Por si fuera poco
las tamizó con luces de lámparas mineras…
Por no sé qué extraño fogonazo
en la memoria se me vienen a la mente, el Maestro Rodrigo, Manolo Sanlúcar,
Narciso Yepes, Paco de Lucía… y siento como un lejano eco del rumor de las
hojas que mueve la brisa las hojas en los plátanos orientales de Aranjuez, en
esas aguas saltarinas por las almas que se estremecen con la sensibilidad del que
sabe que él forma parte de un mundo diferente. Son muchos y muy buenos. ¿Quién
se olvida del Niño Ricardo, de Sabicas…? Notas en un pentagrama de arte; entre
unos y otros, Juan Ramón.
He coincidido muy pocas veces
con Juan Ramón Caro. Una tarde noche de otoño departimos un rato. Fue como casi todo lo bueno, por casualidad. Supe
desde entonces que este hombre está entre los mejores. Me contó cosas,
vivencias, detalles que muy pocos tienen la suerte de que el destino lo llame
por ese sendero.
Acaban de darle – perdón, no le han dado, la ha ganado a pulso - titulación universitaria en la Universidad de Córdoba. ¿Para qué? Estos artistas brillan con luz propia, aunque, a veces, como es el caso, necesiten un papel, para que además, alguien pueda decir que ha aprendido con Juan Ramon Caro…
sábado, 22 de junio de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Muchos pupitres vacíos
22 de junio, sábado. Me
comenta una amiga que en el colegio Guadalhorce, en la barriada de El Puente,
cercana la estación de Álora para el próximo curso, 2024 -2025, ese que vendrá
cuando septiembre nos reseque aún más los campos y los olivos, cumplan su ciclo
con las manos abiertas llenas de aceitunas de verdeo, solo se han matriculado 8
nuevos aspirantes a ocupar pupitres vacíos.
Esto puede parecer una
futilidad, pero cuando se tira un poco de documentación uno se encentra con
alguna sorpresa, Se ve la evolución en un puñado de años que no son tantos y
que aportan, además de información, preocupación.
La barriada se enclava en la margen izquierda
del río Guadalhorce. A orillas de la
carretera C-343, Antequera-Zalea por el Valle de Abdalajís. Es una zona de
desarrollo económico creciente con gran implantación de pequeñas industrias
absorbentes de una mano de obra estable, con trabajo ininterrumpido, que se ve
en un crecimiento económico en ascenso y reflejado en abundancia de
establecimientos de servicios, sobre todo, bares que la hacen ser la zona de
Álora con mayor densidad de este tipo de establecimientos. Está dotada de entre
otros, colegio, guardería, biblioteca
pública y farmacia. El padrón municipal de 2006 le daba una población de 1.117
hab.
La cosa no que
dada ahí. Un servicio informativo de una emisora local de Málaga daba cuenta de
la ampliación del período de matriculación para nuevos alumnos especializados,
en tres de las cuatro Escuelas de Hostelería de gran prestigio en la Costa del
Sol. No han completado la oferta.
Sabemos el
tirón que desde hace un tiempo está dando el sector. Se oyen quejas continuas
de las carencias de camareros y se profundiza un poco más entonces ya aparecen
las de formaciones por especialidades. Me quedé un poco perplejo al escuchar
ese de desierto de aspirantes a plazas cualificadas.
Nos quejamos
que todo está lleno. Hay una expresión que se ha extendido de boca en boca – y
nunca mejor, si se trata de comer – si vas sin reserva no vayas, no hay sitio.
La semana pasada lo he podido comprobar que, efectivamente, todo está rozando
el lleno sin llegar a aquello tan castizo de “no hay billetes”.
Cuando éramos
jóvenes una de las aspiraciones que corría entre nosotros era aquello de
encontrar un lugar bajo el sol y si podía ser a la sombra con despacho incluido (la otra por supuesto que
no), entonces, mucho mejor. Si las cosas siguen como al parecer van a seguir
evolucionando las tasas de natalidad, dentro de cincuenta años – y ustedes que
lo vean – además de pupitres van a sobrar ¡hasta sombras buenas!
viernes, 21 de junio de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Flor de loto.
Flor de loto. Jardines de la Concepción. Málaga.
21 de junio, viernes. Según la mitología
griega las ninfas eran hijas de Zeus. Nacieron en manantiales y lugares donde
abundaba el agua. Sitios donde es fácil soñar con esas bellezas escondidas que
encierra la naturaleza y que a veces se nos aparecen cuando menos se espera.
Según los papeles viejos Málaga, la ciudad que
en un principio fue colonia, vino de la mano de un pueblo lejano, el pueblo
fenicio, que está en el otro extremo del mar. Ese mismo mar que se toca de
pañuelos blancos las tardes que sopla el aire de poniente y la brisa acaricia
la cara. La colocaron en su sitio. Al pie de los montes y en frente África que
se asoma por la cordillera del Atlas.
Pasó el tiempo, mucho tiempo y una familia, la
de los Heredia, que también había venido de tierras de lejos, decidió hacer un
jardín de ensueño, al pie de los montes hasta donde también llegan las brisas
del mar. Salpicaron de árboles exóticos traídos de los lugares más extraños su
suelo e hicieron correr el agua entre los estanques.
Hace unos días, una mañana de primavera de esas
que apuntan más a la estación que llama a la puerta, o sea, el verano, bajo un
sol espléndido un grupo de amigos nos fuimos a gozar de la belleza que encierra
el vergel del Jardín de la Concepción.
Entre tanta belleza vegetal, además, acoge unos
estanques, pequeños, circulares para mostrar toda su belleza un puñado flores
de loto de diferentes colores. Uno se documenta y se entera que es una planta
acuática, de la familia de la ninfáceas - no puede ser de otra manera – hojas
grandes, peciolo largo y delgados que terminan en flores de diferentes colores.
Su fruto, parecido al de las adormideras, son comestibles.
En el mundo egipcio fue una flor sagrada.
Carter la encontró en la tumba de Tutantkamón. En el hinduismo y el budismo la
flor de loto representa el útero del universo, donde nacen todas las cosas.
Para los budistas llegan a más y la consideran
como la iluminación y vínculo que une el alma del universo con la suya propia…
El loto, es decir la planta, en la que luego
remata la flor nace en el agua. Tiene que ser un agua pura sin estiércol ni
ningún tipo de contaminación y de ahí lleva al camino de la pureza y de ella
viene la vida y la regeneración.
jueves, 20 de junio de 2024
miércoles, 19 de junio de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Donde por un tiempo se paró el tiempo.
Río Guadalfeo. Vélez de Benaudalla. (Granada)
19 de junio, miércoles. Pedro
Antonio de Alarcón escribió que en Lanjarón arranca La Alpujarra, que siendo
una, los libros de Geografía hablan de dos, la de Granada y la de Almería.
Puede, que a ti, como a mí, te guste más en singular. También debes entender que, en efecto, hay
dos: la Alpujarra y la otra. De la
primera informan los folletos, las publicaciones y los turistas; a la otra, llega menos gente. Pueblos
viejos, encerrados en su pasado, celosos guardianes de su propia esencia; sólo
la abren a quienes quieren y cuando lo desean.
De Lanjarón sabrás de su balneario y
de su agua.
“Al balneario - cuentan - llega
gente de todas partes y los de aquí se tienen que ir”. Lanjarón sufre, como
otros pueblos, la sangría de la emigración
La gente del campo - como en el
vecino Valle de Lecrín - ha construido terrazas de piedra seca. Trepan, monte
arriba; ganan palmos de tierra fértil. Olivos centenarios sombrean naranjales y
frutales.
Por mayo, van en romería a la ermita
de la Santa Cruz, y por octubre le rezan a la Virgen del Rosario.
Salva el Guadalfeo. Baja hasta Vélez
de Benaudalla. Si quieres, detente delante de su iglesia, del XVI, que,
naturalmente, estará cerrada y continúa viaje hacia Órgiva. Yo he visto escrito
el topónimo de varias maneras. Así que tú entiéndelo y tómalo como quieras.
Antes de cruzar el puente, desde la
otra orilla del río verás cómo se asienta el pueblo, en la ladera entre árboles
frondosos. Arañan el cielo las torres gemelas de la iglesia. Sólo una
araucaria, propia de otras tierras, porfía con ellas. Es un afán de alcanzar
antes el azul limpio y etéreo.
Te asaltará la duda, y al igual
tienes la sensación de estar en una de las capitales de la Alpujarra - piensa
que Ugijar, en el otro extremo y Cadiar, en el centro también tienen alguna
opción.
Aquí se combinaron la demarcación
histórica de la taha, la presencia cristiana durante el reinado de los Austria
y el asentamiento posterior, tras la guerra, en rebelión de los moriscos.
Sal de Órgiva y sube por la
Contraviesa.
Va a gustar de ver, a una mano, la
blancura de la Sierra. Si está descapotada de nubes reverbera con todo su vigor
bajo el sol medianero; a la otra, el mar de plástico de los invernaderos.
Trepan por laderas paupérrimas de vegetación. Allá, al fondo, el otro, el mar
de verdad, azul, plateado y placentero como una balsa gigantesca que abraza las
dos orillas.
Si es mediodía a estas horas hacen
ganas de comer y porque hasta Cadiar he venido a buscar las migas, es hora de
dar cuenta de un buen plato.
(Las migas se hacen con sémola y
agua y se acompañan de torreznos, aceitunas, pimientos rojos secos y fritos,
sardinitas saladas, pepinos, chorizo, morcilla...)
Siempre me he llevado bien el ‘vino Costa’.
No nos ofrecemos resistencia.
Cadiar tiene mercado los días tres
de cada mes y, además de ropa, zapatos, paraguas, calcetas, cassettes, fruta,
flores, alfombras, collares, gafas de sol, anillos y bisuterías, gorras,
bufandas, cuadros de vírgenes y del Corazón de Jesús, san Antonio, ganchillos,
colonias, llaveros, telas, monederos, juguetes, pinturas, estampitas de santos,
aceitunas... venden reclamos de perdiz “auténticos de Castellar de Santiago”,
que, como yo, debes saber, que está en
Ciudad Real, y estos pollos son de granja.
En Ugíjar le rezan por patrona a la
Virgen del Martirio. ¿Tendrá algo que ver?
Aquí tienes dos alternativas: o te
vas como para la comarca del Andarax, o das media vuelta.
Antes de comenzar la subida del
puerto recuerda que Gerald Brenan, don Gerardo,
cruzó a pié, allá por los años veinte,
la Sierra, de Yegen a Guadix, fue
atacado, según contaba, por unos forajidos, de los que escapó por piernas. Eran
otros tiempos.
martes, 18 de junio de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La veleta
18 de junio,
martes. “Me llamaste veleta / por variable, por variable; / si yo soy la
veleta, / tú eres el aire, tú eres es el aire”. Eso
dice la copla. No va hoy por ahí la cosa. Hablo de otra veleta. La que dice de
dónde viene el aire y además, anuncia agua. Estamos pasando una racha, pero ya
ni la veleta nos da una alegría, aunque sea mínima.
Verán.
Tenemos en Álora una manera original de predecir el tiempo. Si la veleta de la
Vera Cruz (por cierto, que bien ha quedado el arreglo de la fachada) apunta a
la Cancula, aire de arriba, cielo azul y poca agua. El aire del norte en
invierno sopla seco y frío; en calor, en verano.
Si es para los Lagares, aire de Levante: nubes
mañaneras. Abren al medio día y tiempo revuelo. Casi nunca llueve. El Levante,
salvo cuando sopla el Sirocco que viene del desierto es un aire fresco,
agradable y placentero. Refresca después de una noche tórrida de verano. De las
gotas frías de comienzos de otoño, de esas, ni mejor mentarlas.
Si ‘mira’ - la veleta - al tejado de La
Balita: agua segura. Viene el aire del Estrecho (“El Levante las mueve y el
poniente las llueve”). Cuando las borrascas entran por Cádiz son bendición
para campo. Llueve con abundancia, lo empapa todo, lo cala todo. Es el agua
que, por venir del cielo meteorizada trae bendición de Dios.
Si mira al sur - el sur, también, existe -,
tiempo fresco. No hay que descartar algún chaparrón… El aire agradable,
acaricia el rostro.
Pero
para predecir el tiempo, olvídense de telediarios, aemets, veletas y esas
cosas. La receta la tenía el alcalde de un pueblo vecino. Inundaciones. Ni
Protección Civil ni nadie que hubiese anunciado lo que se vino encima. “En mi
pueblo, defendió en una reunión, tenemos una ‘seña’ que no falla. Usted
echa las cabras fuera del corral, si se espelucan y se meten ‘pa entro’:
agua segura”.