16 de
julio, sábado. Humilde, sencilla, casi despreciada por su
poco valor energético. Dicen que vino de Mesoamérica en algunos de aquellos barcos
de retorno. Cuentan que la probó la reina, quedó encantada y la llamó desde
entonces ‘calabaza de Castilla’. ¿Cierto, falso, fantasía del pueblo para
vender los suyo?
Carlos Cano en una canción
memorable – ‘Alcacena de las monjas’ -contaba
las cosas más insignificantes. Narró que el niño se acercó al torno y pidió
‘dulce de calabaza’ y el niño ignoraba que la monja – ‘espía de satanás - se volvió loca por probar el dulce de
calabaza…
Mucho antes de todo eso, Juan
Ruiz, Arcipreste de Hita – destroza la leyenda - que vivió mucho antes que de América pudiese
venir la ‘calabaza de Castilla’ la menciona en el Libro del Buen Amor - ¿no se
han entretenido en leerlo, eso es canela pura, de verdad, pero para otro día –
y dice el Arcipreste: “Debajo del sobaco
va la mejor alhaja: / calabaza bermeja más que pico de graja, / cabe en ella un
azumbre y aún otra miaja, / nunca sin tal auxilio, el peregrino viaja”.
Queda claro que no se entiende
peregrino a Santiago sin su bordón, sin sombrero, sin la ropa para andar el
camino y sin el recipiente para echar el agua, socorro indispensable cuando
anduviese por los páramos desiertos.
La calabaza – despectivamente,
también es socorro para quien no consigue el objetivo y le dan un sonoro
fracaso - está muy presente en el acervo cultural del pueblo. El refranero
aconsejaba, dado su poco contenido nutritivo, que para meter una gota de sangre
hay que consumir una arroba de calaba… por lo menos.
Desde hace unos años se
implanta una cultura importada donde la calabaza, los muertos y no sé cuántas
cosas más, van de la mano. Todo lo que viene de fuera, en ocasiones se asume,
con una aquiescencia que da qué pensar… En fin, será un signo de los tiempos.
La calabaza, aunque cueste
aceptarlo, es una fruta rica en ácidos grasos omega 3, fibra, vitamina A y C,
hierro y potasio, magnesio y zinc. Tiene propiedades antioxidantes y ayuda a
prevenir enfermedades… ¿Qué no se lo creen? Pues eso dicen, y como ahora en la
nueva cocina hay rizar el rizo, pues en no sé qué restaurante de esos de mucho
adorno y poca comida, han puesto de moda adornar los platos… con flores de
calabaza.
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