martes, 12 de julio de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ... Y Sevilla.

 


12 de julio, martes. Manuel Machado, al que no sé por qué razón se le quita el ‘don’, y siempre se le concede a su hermano Antonio, escribió un poema delicioso sobre las ciudades andaluzas. A cada una le dio una pincelada original. Un distintivo que podían tener las otras, pero que en ella se acentuaba de una manera irrefutable…

No es cuestión – se conoce en demasía – de repetir los versos. Me quedo con el último. No le dio nada y se lo dio todo. Solo dijo: “…y Sevilla”. En el poema puso el punto y final; en la imaginación colocó todo lo que uno quiera añadirle.

Yo a veces pienso en la Sevilla de Rinconete y Cortadillo y el patio de Monipodio y aquel Arenal - ¡Arenal de Sevilla! – que veía ir y regresar los galeones de América. A veces, cuando analizamos la situación de hoy, olvidamos que de aquellos polvos vienen estos lodos. Casi todo está inventado.

¿Quién se acuerda del consejo: “tú roba cuanto puedas, y reparte a muchos, que luego es imposible recogerlo y todos por la cuenta que les tiene, callarán”.

A mí me gusta más otra Sevilla. Me gusta la Sevilla del misterioso barrio de Santa Cruz – tópico a un lado – y de don Miguel de Mañara, y del río que besa las dos orillas que viene, como los toros buenos arrancado de lejos y va a entregarse en Sanlúcar…

Me gusta la Sevilla de Juan de Mesa con ese Cristo Crucificado, el Cristo de la Clemencia en la capilla de los Cálices en la Catedral, y ante Él solo cabe decir: “Dios mío, Dios mío…” porque hay obras ante las que uno se queda sin palabras.

Dicen las malas lenguas que cuando Dios estaba haciendo el mundo y tenía todas las maquetas sobre una mesa, Dios se fue un rato a descansar y el demonio como es tan malo, tan malo, a escondidas se introdujo en la habitación. Se fue a la maqueta de Sevilla y rompió la manilla de la ventana que da vista al infierno y que ahora, de vez en cuando, cuando llega el verano, va y la entreabre y claro como la manilla está rota, por allí se sale todo el calor del infierno y no hay manera de contenerlo… A eso en Sevilla lo llaman verano ¡Hay que ver las cosas que algunas veces pasan!

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