Antonio Quintero, Rafael de León y Miguel López-Quiroga
5 de
julio, martes. Eran tres. Era una España en sepia, el punto, del
color de la copla, esa manera de decir lo que no se podía, como se podía, pero
se hacía. Eran Quintero, León y Quiroga. Algo así como el no va más de lo que
imperaba en el transitar de sentimientos.
Antonio Quintero nació en Jerez
de la Frontera (Cádiz) a finales del siglo XIX y murió en Madrid, en 1977. Fue
el ‘sainetista del trío’. Alguien dijo de él que llevaba la trama, Rafael de
León le ponía la letra y el maestro Quiroga la música. Nacía entonces la copla
del momento.
Como sainetista llegó su gran
éxito en 1929 con La copla andaluza.
Luego sus sainetes se hicieron imprescindibles en el mundo del espectáculo de
entonces. En los años duros anteriores a la guerra y los que vinieron después.
Las primeras figuras de la Copla llevaron obras suyas en sus repertorios.
Rafael de León fue criticado y
decían de él – cochina envidia – que era un García Lorca, pero vestido de
señorito sevillano. Sufrió cárcel durante la Republica y represión en el franquismo.
Alfonso Ussía dice que fue un “grandísimo poeta y un valiente para su época. “Se
atrevió – continua – a amar libremente y a reconocerlo”. Rafael se llevó más de
un disgusto y desafecto por su manera de vivir su propia vida.
Nació en Sevilla en 1908. Pasó
por los jesuitas del Puerto de Santa María donde coincidió con Alberti, por los
jesuitas de El Palo, en Málaga y por los salesianos de Utrera. En Granada
comenzó a estudiar Derecho y allí conoció a García Lorca… Amigo de León Felipe
y Antonio Machado ¿Alguien puede dudar de su entronque con la Generación del
27?
Manuel López-Quiroga nació en
Sevilla cuando terminaba el siglo XIX. Su padre grabador, lo introdujo en el
oficio, al mismo tiempo que ejercía de organista en la iglesia de los jesuitas
de la calle Jesús del Gran Poder de Sevilla.
Estudió Magisterio, pero lo suyo fue siempre la música.
Los tres tuvieron en común
muchas cosas. Sensibilidad, poesía en su obra, el canto a la vida misma, que
cada uno vivió a su modo. Hablar de la “Zarzamora” “Ojos verdes”, “Tatuaje”,
“Pena, penita, pena”, “Callejuela sin salida”… Es imposible diseccionar qué
parte es la que corresponde a cada uno. Los tres tienen en común su aportación
a la copla y su muerte en Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario