Incendio en la Sierra de Mijas. Alhaurín El Grande. (Málaga)
20 de
julio, miércoles. Hace muchos años, cuando no existían los
Centros de Salud y el médico pasaba consulta en su casa, si no lograba acertar con
el diagnóstico del enfermo, solía decir: “esto es alergia”. La alergia algo que
muchos sentían, pero que nadie explicaba qué era, asumía todas las culpas.
España - otras partes de Europa,
también – es pasto de las llamas. Se han desencadenado los incendios y la sola
enumeración podría dar la sensación de que uno se las anda con el listín
telefónico, aquel de las páginas amarillas, en la mano.
Parece que la culpa de todo la
tienen la ola de calor (que algo tiene que ver) y el dichoso ‘cambio climático’
(que también). Vamos, algo así como si uno tiene goteras en el tejado y le echa
la culpa de que el desván se moje, a la borrasca que entró por Estrecho o la
tormenta que se presentó sin avisar.
A todos nos gusta vivir entre
árboles; si son frondosos y muy verdes, mejor. Nos encanta escuchar el canto de
los pájaros al amanecer y el arrullo de las tórtolas en las horas de la siesta.
Nadie ve que es un disparate edificar en medio de un pinar. Unos porque
cobraron tasas e impuestos; otros, por el disfrute de su residencia. Nadie se ha
parado a pensar que una piña ardiendo es un proyectil que se salta el cortafuegos
y que un pino arde como una tea…
Hemos criminalizado a los
pastores que andaban por el monte. El ganado lo limpiaba de brozas y maleza. La
cabra ramonea; la oveja, no. La oveja come a ras del suelo. Es preferible el
rebaño a la piara, el pastor al cabrero. Llegaban a los lugares más escarpados
entre riscos y cañadas y todo lo dejaban limpio. Ahora es más estimado el lobo
y el zorro que el mastín del pastor. Así no va.
Se escuchan un montón de
tonterías. Cincuenta ovejas en un monte limpian más yerba en un día que una
cuadrilla de cien hombres en una semana… A eso se le añaden otras
connotaciones, por ejemplo ¿qué economía puede sostenerlo? ¿Saben el coste de
jornal y seguridad social de un hombre al día? Conviene no olvidarlo.
Cuando un monte se quema no
arde solo lo que es del señor conde. A ver si nos enteramos, ecologista de
pacotilla y nos dejamos de pamplinas…
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