2 de
julio, sábado. Decía el refrán: “colorado como un tomate”. Eso
era antes. Ahora, ya hay tomates de otros colores. La verdad, el sabor no
difiere, pero donde llega un tomate rojo, rojo, pues eso. Tiene una connotación
tan especial que siendo tan común es diferente.
Colon, bueno, los que
anduvieron por aquellas tierras de México – “México lindo y querido…” – se lo
trajeron para Europa. Ya en el siglo XVI se tienen noticias escritas de él.
Según la traducción podría ser algo así como “ombligo de agua gorda”. Es una
hortaliza y la verdad que cuesta aceptar al tomate como una fruta. Lo es, aunque
no lo aparezca. Las frutas todas se reproducen por semillas…
¿Se ha planteado alguien que
sería del gazpacho, plato de identidad en la gastronomía andaluza sin tomates? Se
pone difícil. Este pueblo que tiene tantas salidas seguro que habría encontrado
una alternativa como la tuvo para el azúcar con la miel.
Los tomates son ricos en
minerales y contienen calcio, fósforo, potasio, y sodio. Como vitaminas aporta
la A, B1, B2 y la C. Tiene propiedades medicinales y es antiséptico,
alcalinizante, depurativo, diurético, digestivo, laxante, desinflamatorio y remineralizante
(que no sé qué es pero me imagino que será que le da más consistencia a los
minerales, pero si no es así, disculpen mi ignorancia).
El consumo se puede hacer en
fresco, cocinado de diferentes maneras o a través de procesos industriales que
le permiten que perdure en todas las épocas del año. Ahora, con los cultivos en
invernadero se pueden consumir en los meses de mayor rigor del invierno sin
tener que recurrir a las diferentes modalidades de conservas.
Pueden presentarse – otras dos
maneras diferentes – deshidratados y se conocen como “secos” o en mermeladas y
aportan con su confitura un sabor de dulzura, al perder acidez, a los alimentos
a los que acompañan. Casa Abilio, uno de los grandes restauradores de la
comarca lo sirven como base al bacalao ahumado. Hacen un maridaje inolvidable
combinando lo salado con lo dulce…¡Una delicia!
Se siembra en semilleros. Las
plantas, cuando tiene unos centímetros, se trasplantan de la almásiga a la
tierra. Es muy exigente en materia orgánica y no pude faltarle el agua. De
hecho, él la acumula durante su crecimiento. Desde hace unos años una plaga, la
‘Tutta’ le ataca de manera
inmisericorde originando su pudrición… ¡Una pena!
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