24 de
mayo, martes. Después de cenar, tras un día pesado de calor
bochornoso, me he sentado delante del balcón. El balcón de mi casa da a la
avenida. Cuando esa vía tenía sentido ascendente de circulación, los ruidos de
los vehículos a motor, y sobre todo, de las motos de pequeña cilindrada, eran
de horror. Imposible ver la televisión – ahora tampoco tiene mucho que ver –
mantener una conversación o centrarse en la lectura.
Desde mi balcón no veo con
nitidez el cielo estrellado de las noches de verano. Me lo impide el bloque de
enfrente y la contaminación lumínica de las traseras del Peñón Gordo. (Todavía
hay quien no se ha enterado que algunas cosas en la intimidad saben mejor). Hay
otra contaminación aún mayor, las torretas del campo de Fútbol…
Este campo de Fútbol tiene su
historia. Cuando yo era niño se llamaba el Llano de Santa Ana (apocopado, llano
Santana). A los chicos no nos dejaban
jugar los mayores. Nosotros nos íbamos al llanillo, un ensanche del Camino de
la Fuente de la Higuera, que en nuestra imaginación e ignorancia, nos sabía
como si estuviésemos jugando en el Maracaná…
El campo tenía su historia.
Cuando lo tapiaron, le cambiaron de nombre y ya tuvo vestuario que sustituyó a
‘las chumbas del veneno’ y duchas y servicios y esas cosas de la modernidad. Vino
a jugar un equipo de la capital. El árbitro cumplimentaba el acta:
-
¿Nombre del campo?
-
Nuestra Señora de Flores.
-
¿Nombre del equipo local?
-
Santa María de Flores.
-
¿Nombre del Delegado del equipo?
-
Manolo Flores
-
¿Dónde está el Delegado?
-
Ha ido a Flores por agua…
El hombre desconcertado, no
sabía a qué atenerse. ¿Esto es cachondeo, preguntó, porque en este pueblo sois
muy ‘floridos’
-
No señor, contestó el interpelado, el ‘florío’ es el utillero pero no ha
venido, porque tiene…
-
No sigas, no sigas, interrumpió el árbitro, que
te veo de venir…
El Hacho, la silueta del Hacho
se recorta en la oscuridad de la noche. Por el Monte Redondo se pone la luna en
cuarto menguante camino de cumplir su ciclo… Y entonces pienso que un vecino me
ha dicho el otro día que ya tienen los calabacines con flores y las calabazas
casi, casi…
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