lunes, 23 de mayo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Donde el río Cuadros


                      


           Sierra Mágina. Bajada al río Cuadros

 

23 de mayo, lunes. Tarde primaveral. Mayo; calor, al sol. Un agradable frescor sube del río y hace de la penumbra un lugar agradable, delicioso. Es uno de esos sitios en los que a uno no le importa que se pare el tiempo. Todo a su alrededor es bello.

Sierra Mágina, imponente no se ve desde el interior de la frondosidad. Por el valle, como un rumor saltarín, corre el agua clara del río nacido un poco más arriba en el interior de una gruta. “No pueden entrar, nos dicen, porque el agua les llega a la cintura como muy poco”. Obviamente, ni lo intentamos.

Una escalera – mejor, un camino de piedras con escalones – desciende desde los aledaños del santuario hasta el río. El santuario está cerrado. Cierra en las horas de la siesta. Lo abren luego, cuando la tarde caiga y aminore el calor. O sea, cuando el viajero tenga a sus espaldas un puñado de kilómetros de carretera. Hay cosas que uno a veces intenta comprender. No lo consigue.

Un pequeño sotobosque nace en las orillas del río. Presenta una masa verde, frondosa, intensa e impenetrable. Ocupa la ladera. Asciende y avanza incluso más arriba del santuario donde dicen que una paloma le marcó a un pastor que en aquel sitio deberían levantar un lugar de culto y veneración a la Virgen…

Hay a lo largo de todo el camino, un juego luminoso que penetra entra las lianas, las yedras, las hojas de las higueras bravías... Algunas incluso cruzan de un lado a otro del camino y dan sensación de un bosque galería impenetrable.

La proliferación de vegetales equilibra una composición donde todo es verde, donde las sombras fraguan un lugar umbroso, fresco, incluso con el calor de la tarde, frío.

La escalera forma un escorzo. No se puede transitar fuera del espacio habilitado. La gente sube y baja. En ocasiones tienen dificultad para compartir el poco espacio disponible. Se oyen voces en la profundidad del barranco. Es gente aventurera que va por fuera de los caminos habilitados. Ya se sabe, hay quien gusta de ir por donde no debería hacerlo.

Es un escenario melancólico. Canta, en la frondosidad, oculto un mirlo. Seguramente ya se habrá acicalado para asistir a Vísperas, cuando abran las puertas del santuario. En la lejanía, Bedmar; abajo, el río – el río Cuadros -  de aguas claras camino del Guadalquivir…

 

 

 

 

 

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