13 de
mayo, viernes. Hablábamos hace unos días sobre las grandes de
la Copla: Doña Concha, Juanita Reina, Marifé y Rocío. Hay más, por supuesto que
hay muchas más, bastantes más, con tantas peculiaridades como sus registros de voces,
sus sentimientos y sus momentos de alma aportan.
Decía Josep Pla que la buena
música le gusta a todo el mundo. No hace falta que lo diga el maestro del
Ampurdán porque lo excelso, salvo rarísimas excepciones, tiene el destino
marcado. Decía también, que los hombres tenemos probablemente una fuerza menor
que las mujeres para apreciarla. No estoy totalmente de acuerdo, pero por
supuesto no soy quien para discrepar de una autoridad como la suya en tantas
cosas.
Agregaba y ahí no discrepo, que
la música es un placer sensual, imaginativo, que no tiene límites. En nuestra
conversación de la que hablaba al principio, dije que para mí Rocío era la
bravura en la copla; Marifé, el desgrane de notas en un colorido sin igual;
Juanita Reina, la fuerza y doña Concha el terciopelo en la voz. Sus quiebros
¡qué poquitas los han conseguido!
La fecha la forjó Rafael de
León – qué grande era y qué bien lo dijo siempre – para que doña Concha, a
través de la zambra hiciese una declaración de amor a su marido, Antonio Márquez.
Juan Solano le puso música, y salió lo que salió
De muchas gargantas han surgido
mensajes anunciando la fecha del “¡ay trece, trece de mayo cuando me encontré
contigo…” Y Rafael de León hace un recorrido que solo un alma enamorada es
capaz de dejar que se escape desde lo más adentro: “Ay, tus ojos de manzana (¿se
acuerdan, por un casual, de ‘ojos verdes’ en la misma voz?) / y tus labios de
cuchillo…”
El amor todo lo olvida, lo
perdona, lo acepta y lo asimila y entonces, en la copla, lo cuenta. Y, va y habla
de nueve letras, de un nombre sobre otro nombre, y del borrar las diferencias,
¡puñeteras clases! de linaje y apellido…
Rafael de León amigo de León
Felipe, de don Antonio Machado o de Federico, lleva sus poemas, ¿qué si no son
sus canciones, sino poemas musicados, unas veces por el maestro Quiroga, o como
en este caso por Juan Solano, el colorido, la chispa, el pellizco de la Generación
del 27 a la que perteneció y de la que quieren apartarlo algunos cicateros?
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