París. Río Sena por Saint Denis
31 de mayo, martes. Cuentan y no acaban. Cuesta
creer lo que dicen algunos de los asistentes la noche del sábado al partido
final de Copa de Europa en París. Cuesta asimilar que en la ciudad de la luz y
de la libertad – eso, al menos nos vendían antes, – puede haber tanta violencia
y tanta turbiedad en las aguas.
Dos equipos de fútbol. Solo
eso. Todo lo demás es literatura. Disputaban la final de la competición en la
que han participado equipos de fútbol de casi toda Europa. En este caso, el
Liverpool del Reino Unido, con fama de seguidores que pierden los estribos, y
el Real Madrid de un país de sangre caliente que se llama España.
Pues miren por dónde ni los de
unos ni los de otros, me refiero a los seguidores, fueron los que la liaron.
Según informan los que saben, se hicieron con la bandera del desmadre los
vecinos del barrio de Saint-Denis. Vecinos de ese río cantado, soñado,
idealizado…. Pero que en esta ocasión – aflora una situación enconada y vieja -
baja con aguas que no son azules sino turbias. Muy turbias.
Dicen de un barrio marginal,
dicen de un barrio sin futuro donde se asienta ¡la cuarta generación! de gente
que llegó a Francia en busca de la liberación - que no libertad – económica que
no tenían en sus países de origen.
Adrede omito el origen de
aquellos que huyeron de la pobreza desde los otros lados de los mares, creyendo
que allí podía ser verdad que ataban a los perros con longanizas… Una
exageración más, porque para salir de la miseria, hay quien se cree hasta las
barbaridades.
Luego llega la realidad de los
hechos. Desintegración social, rechazo, vidas desestructuradas que buscan la
liberación en la droga o en la delincuencia. Los que han ido al partido de
fútbol han pasado miedo, mucho miedo. Las autoridades policiales se han
inhibido, según cuentan, ante la magnitud de lo que se les presentaba y para la
que no tenían, al parecer, más salida que la represión.
En esta ocasión la turbiedad de
las aguas la ha llevado el Sena. Quizá podrían haber sido las de cualquier otro
río de la vieja, egoísta, hipócrita y hedonista Europa. Esta Europa que se
busca a sí misma y no se encuentra. Estoy seguro que, por este camino, no.
¿Otros caminos? Ojú, como en la sentencia clásica, “cuán largo me lo fiáis”…
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