Al sur de El Torcal...
9 de mayo, lunes. Estos últimos días ha hecho
calor, mucho calor, pero refresca por las madrugadas y hace que las noches sean
placenteras y dulces. Al caer la tarde, antes que el sol desaparezca por el
horizonte, el bochorno de la tierra cede y una leve brisa hace agradable, muy
agradable, esas horas en las que el día se va y pone fin a la luz.
Voy a más. El campo aún no ha
perdido la intensidad del verde que ha crecido sin límites entre marzo y abril
y ofrece pinceladas prietas del impresionismo. Si el verde que ha captado
Felipe Aranda en la vertiente sur del Torcal, entre Villanueva de la Concepción
y La Joya, se tornase en azules, entonces diríamos que es un cuadro de Monet….
Desde la orilla del camino se
ve – no lo recoge la foto – cerrando el cielo, la mole rocosa de la caliza kárstica
de El Torcal; abajo, en los bordes de los caminos, unos olivos prietos, alcauciles nuevos, hinojos,
tagarninas subidas entre lomas espolvoreadas de amapolas y florecillas lilas, hay una casa deshabitada.
Uno tiene necesariamente que
preguntarse por la gente que vivió allí. ¿Qué fue de ella? ¿A qué pozo se
acercarían por agua de cada día? ¿En qué regato que bajaba de la sierra camino
del arroyo lavarían las mujeres la ropa? ¿Adónde se fueron a vivir algún día
perdido del calendario? Me acuerdo de aquella canción de Emilio José: ¿Con qué
te lavas la cara…? Y la respuesta, única: “Me lavo con agua clara y Dios pone
lo demás”.
Las montañas cercanas y las que
están más al fondo o sea el Cerro de la Fiscala, Pozo Viejo, Alhaja Prieta… forman
una enorme concavidad. Por su fondo corren dos arroyos; mejor, tres: el Jévar,
el del Aljibe y el arroyo del Espinazo del Perro. Después de andar sus tretas,
volteando piedras y lodos y acohorrar los secanos, todos terminan en el
Guadalhorce. Se cumple lo del pez grande se come al chico…
Todo está vigoroso. El campo
tiene la bendición de Dios que le envió agua aún a tiempo y sol y brisa para
peinar los trigos encañados que espiguean y las cebadas tempranas y los
garbanzales ahítos de salitre y cascabullos, y los habares y... El paisaje hace
que uno piense en Monet y en Benjamín Palencia y, por supuesto, en ese otro
Pintor de Pintores. ¿A qué sí?
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