sábado, 21 de mayo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cerezas

 


21 de mayo, sábado. Hablaba el romancero de mayo, “cuando hace la calor / cuando los trigos encañan y están los campos en flor….”  No decía nada de la cereza, ni de las otras frutas de hueso que vienen con el verano: ciruelas, melocotones, nectarinas, albaricoques…

La cereza y la guinda – “entre yo y mi hermano poco nos llevamos” son primas hermanas. Solo se diferencian por el origen del patrón. La cereza viene del prunus avium o cereza dulce; la guinda, del prunus cerasus o cereza ácida.

A finales de marzo, recién estrenada la primavera, los cerezos se visten de flores, flores blancas. Un manto de nieve efímero y plagado de abejas que libaban, llenan cerros y montes en sus lugares de producción. La floración del cerezo es tan efímera, como luego es la evolución de su fruto. En menos de mes y medio pasa, de flor al escaparate de la frutería y, luego a la mesa.

La cereza se conocía en siglo I a. de C. Parece que su origen estuvo en la zona del Mar Negro, Mar Caspio y Turquía. De allí se extendió a Grecia y Roma y, después a toda Europa y América. Por oriente, llegaron hasta los confines de Asia.

La guinda es más ‘moderna’. La Casa de Barcelona dominaba la Provenza y, asentados al sur de Sacro Imperio Romano Germánico en el siglo XII, fueron sus difusores hasta lugares lejanos, haciéndola convivir con la cereza de sabor más dulce.

En España es proverbial la producción de cerezas del Valle del Jerte.  La variedad autóctona del Jerte se llama ‘picota’ y carece de pedúnculo que la une a la rama del árbol. De Tornavacas a Plasencia pasando por Jerte, Navaconcejo, Cabezuela del Valle… A la izquierda, según se sigue el curso del río, el Piornal y Garganta la Olla y Cuacos de Yuste; a la derecha, por el Puerto de Honduras a Hervás…

En las provincias de Málaga y Granada se está extendiendo el cultivo por Villanueva del Trabuco conforme se asciende hacia el puerto de los Alazores; en la de Granada, por Zafarraya y la Alpujarra. La cereza quiere frío en su nacimiento y temperatura agradable durante su corta vida en el árbol. Las olas de calor descombran los árboles y los dejan sin fruta.

Algunas zonas (Guijo de Santa Bárbarba) han creado su propio licor mediante destilación en alambiques. Es una fruta exquisita como postre.

 

 

 

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