Castillo de Las Torres. Álora (Málaga)
29 de
mayo, domingo. Al principio, un promontorio, un cerro asomado
al valle desde el que se tuteaba con otros cerros cercanos. Asumió que era
imposible empinarse más porque otros, los que le rodean, le sacaban unos palmos
y acariciaban desde más cerca el cielo….
Vio que tenía otra manera de
estar presente. Insinuó a los hombres que su lugar era el apropiado para que se
estableciesen en su cumbre y ver cómo otros hombres subían por el río y
buscaban mercancías con las que comerciar. Y los de aquí sacaban lo que tenían
y se lo cambiaban por telas, sedas, vidrios. Los que llegaban se llamaban
fenicios; los de aquí, iberos.
Pasó el tiempo y vio como otros
hombres que venían de otras tierras bajaban por los caminos que lo bordeaban.
Iban hacia el mar. Por ambos lados, dos vías, -era como los romanos que eran
los que venían, llamaban a los caminos principales - y así por su lado oeste,
establecieron la vía de Suetonio y por las orillas el río – ellos lo llamaban
Saduca Fluvius – transitaban entre ciudades entonces de renombre: Nescania,
Antikaria y el mar donde estaba Malaca…
Desde su cumbre vio como en un
estrechamiento del río, en la Cañada del Chamizo, pusieron un puesto de peaje.
Era obligatorio pagar para pasar… O sea que eso de vaciar la bolsa de los
demás… “De casta le viene al galgo”.
Después llegaron otros. Se
llamaron Visigodos y, otros, musulmanes. Venían de los desiertos que están muy
lejos y edificaron un castillo, el castillo de las Torres, y los que estaban
aquí se las anduvieron con otros que venían del interior, cristianos, y… Eso,
guerras y desencuentros y ahora que no te lo doy y ahora que te lo quito …
Sobre lo que ya había hecho,
hicieron otras cosas, e incluso entre sus muros dejaron que durante mucho
tiempo reposaran sus muertos… Y, además de inaccesible y cerrado, era sagrado.
Y a veces cuando la luz, la
sagrada luz del Sur, en una mañana de primavera se aposenta sobre él, uno
piensa en todas esas cosas y asume que está ahí, el cerro y el castillo - que
son tan para cual - para disfrute de unos privilegiados. Y sabe que otros
privilegiados disfrutan de bosques de embrujo o de olas que van a dar al
rebalaje de las playas. ¡Cosas!...
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