domingo, 1 de mayo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Abubilla

 

                                  

  

                    Abubilla

 

1 de mayo, domingo. Esta mañana, al rato de salir el sol, he visto la primera abubilla del año. El pájaro se las andaba por el camino al amparo del muro de piedra que lo separa de la huerta. No sé si habrá pasado allí la noche, o estaba buscando un lugar seguro. Al cabo de un rato, cuando he regresado, ya no estaba.

Andaba despacio, picoteaba a ambos lados, pero en cuanto detectó mi presencia arrancó un vuelo corto y se plantó sobre las piedras. Puso distancia de por medio. Para ella era lo más prudente, para mí, un momento agradable ver el abanico de sus plumas y el moño que corona su cabeza desplegado.

Las abubillas se van cuando llegan los fríos, a medida que avanza el otoño, pero siempre antes de que aparezca el invierno. Emigran al sur del Sahara y luego, cuando llega la primavera, regresan para anidar y pasar el verano en nuestra tierra.

La abubilla es un pájaro solitario. Marca su territorio al que vuelve siempre después de la emigración. Tienen personalidad estos pájaros. Su color canela, la cola que abren cuando inician el vuelo, el pico muy largo y encorvado y ese moño con el que se coronan, las hace diferentes al resto de los pájaros. Anida en las oquedades de los muros, en los montones de piedras, en los casarones derrumbados.

En el mundo hebreo la consideraron un animal impuro por el olor fétido que desprende, así como en la base de su alimentación. El Deuteronomio y el Levítico la rechazan abiertamente: “con la cigüeña, el murciélago y todo insecto alado que ande a cuatro patas lo tendréis en abominación”.

Entre las leyendas, narraciones, cuentos y parábolas que transmite la Hagadá judaica, se refiere a la abubilla como custodio por orden del demonio y dice que al rey Salomón le traía noticias de la reina de Saba…

Aparece en la mitología griega, en la romana y en el mundo egipcio… Es, por tanto, además, un pájaro distinto a todos los demás y cuando llega la primavera aparece solitario por los caminos. No destaca por su canto, pero tiene la belleza que no tiene otros, pero tiene personalidad si es que los pájaros tienen esa propiedad. Cuando yo era niño la llamábamos ‘gallito de marzo’. Seguramente por la cresta de la cabeza y por tiempo que en que aparecían…

 

 

 

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