PEDRO
(3)
(viene de 2)
Santiago el
viejo, preguntó si quería que su
mujer les hiciese un café de ‘cebá tostá’,
que es lo que hay…
- No, no, respondió. Seguimos
la ruta.
Cuando se fueron los guardias,
Santiago les dijo que siguieran aventando, “no sea que se vuelvan, del lobo ni
un pelo”, y así estuvieron hasta la caída del sol.
Cuando Juana vio a los guardias
civiles en la era, cortó las tomizas que ataban el fardo en el que les tenía
preparado un avío con tocino en salmuera.
Rápidamente lo desbarató. Puso el
tocino otra vez en el lebrillo grande, como si nada. Luego, vació el saco con los panes en la
troje del pan y los cubrió con el paño blanco que de uso ya amarilleaba y sacó
los dos quesos de leche de cabra echados en agua y sal, de la talega de
muselina…, por si se les ocurría entrar en la casa y hacer un registro.
Oscurecía, el cielo estaba de
color malva, anaranjado y rojizo. Preludiaba calor para el día siguiente.
Juana volvió a empaquetar el tocino en
el fardo, los quesos en la talega y llenó el saco con los panes.
-
Santiago, le dijo Taboada, mientras los habares
en las tierras de Los Cabritos y la Alcubilla han tenido pipas en las vainas, hemos tenido comida. Ahora, ya no hay
nada. El otro día le dimos un mal rato a las dos muchachas del cortijo de La
Cuesta. Llegamos a media tarde. Desde lo alto del cerro de enfrente, vimos que
no había nadie en la casa. Estaban solas. Llegamos con sigilo. No ladraron los
perros. Les dijimos que no las íbamos a molestar y que solo queríamos
comida…Nos dieron de lo que tenían. Cuando una de ellas notó que la punta del
cañón de mi fusil tocaba en su costado, se le puso la cara blanca como de una
muerta… Le dijimos que, una hora después de que hubiésemos traspuesto por lo
alto de la loma, dieran ‘parte’ para que no tuvieran ningún problema…
-
Taboada, le dijo Santiago, la próxima vez venid
menos gente hasta la casa. Los demás que no pasen de la cuesta del pozo. Nos
pueden estar viendo desde lejos. Ya sabes… ‘Ni de la ropa que llevas puesta’.
-
Lo sé, dijo el hombre, pero ya sabe usted lo
mala que es la jambre…
(Continua…)
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