Se han lanzado a dar opiniones. Nos
bombardean. En algunas televisiones, periódicos y radios, casi un monotema. Me asombra como hay gente que sabe tanto y los
demás sin enterarnos (que tampoco tiene mayor importancia). Estaban ahí,
desaprovechados… Hay también quienes quieren parte de la tajada. Algunos lanzan
mensajes subliminales, solapados, camuflados; otros, van por las claras.
Sierra Bermeja – había quien no sabía ni
colocarla en el mapa, pero esos son otro lópeces – tuvo un papel relevante en
la sublevación de los moriscos, en tiempos del Rey Felipe II (a éste en cuanto
se enteren los que yo me sé, le quitan la calle. Al tiempo). Aquello se conoció
como Guerra de Granada, con don Juan de Austria y Aben Humeya, de cabezas
protagonistas. Eso hoy, como que no.
Sierra Bermeja tiene una composición
geológica especial a base de peridotitas (magma enfriado hace millones de años)
de color rojizo y de fácil descomposición, favorecida por los agentes meteorológicos
externos como la lluvia, el calor, el frío, el agua o el viento.
La vegetación allí es exuberante.
Predominan en la zona castaños, encinas, quejigos, alcornoques y donde la
humedad es más intensa: helechos, madroños y brezos. El suelo es tan quebrado y
está tan tupido, que casi es impenetrable por el pie del hombre en los lugares
donde no se practica la agricultura y la ganadería.
Un experto dice que ahora hay que tomar
varias decisiones de importancia. Entre otras, crear un mosaico de vegetación
de diferentes especies con franjas de separación, favorecer la alternancia de
pinos resineros con otros de regeneración natural, con matorral y pastizales
con presencia de ganadería extensiva, y otro mosaico de pinsapos como algo
autóctono y excepcional, aunque su crecimiento sea muy lento pero,
imprescindible.
El sentido común aconseja ‘entregar’ la
Sierra a expertos. Crear un comité de personas que sepan y dar participación a
la gente que ha vivido ahí siempre, entre otros, con voz y voto a los tres
cabreros más viejos del lugar (eso no lo dice el experto pero lo pienso yo) .
Los despachos están muy bien, pero el que tiene pateada la tierra…
Claro que entre los buenos deseos y lo que venga, puede haber un trecho enorme, muy grande, tanto como el destrozo ocasionado y que el tiempo vuelva echar al olvido todas la buenas intenciones. Ahora, sí toca. De nosotros depende, Dios que seguro quiere, pondrá lo demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario