Por azar me reencuentro con
esas cosas, esas pequeñas cosas con las que uno tiene conexión porque forman
parte de nosotros mismos aunque haga mucho tiempo que no se mantenga un trato
directo con ellas. Son las cosas que en un momento de no recordamos cuándo nos
llenaron de satisfacción, sembraron la ilusión y luego, dieron, poco a poco su
fruto.
Me refiero a esos libros
reencontrados por casualidad en el devaneo de la mirada por el anaquel de la
biblioteca y, de pronto, sin saber cómo el destino – no puede ser de otra
manera – nos provoca el reencuetro. Y…, alarga la mano y lo alcanza y lo abre
por cualquier página y entonces va y lee: “Está ya uno curado de la petulancia
de creer que sabe algo…”
Ah, no lo he dicho, me he
reencontrado con el Viaje a Pie de
Pla. En una de las páginas de cortesía, un sello de caucho con tinta violeta
dejó impreso: Librería Lería. J. Antonio
10 Alora (Málaga). Ya de por sí me dice que es viejo, muy viejo. Avanzo varias
páginas, y en el Depósito Legal: 1979
Comienzo en ese deambular por
las páginas que ya han perdido el color blanco, que tuvieron como pan recién horneado cuando
salieron de la imprenta. Conserva, a pesar de haberlo releído unas cuantas
veces, el olor que solo tiene los libros que llevan un tiempo sin abrirse.
Es un libro pequeñito. No tiene
muchas páginas. Ya se sabe, lo bueno… Pues eso. Cuando alguien tiene algo que
decir como lo decía Josep Pla en sus libros de viajes no hacen falta muchas
páginas. Todo en él es conciso, preciso, oportuno…
Es de esos libros en los que
uno aprende que el carro – cuando había carros, claro – en la puerta de la casa
del campo o los aperos de labranza dan idea de la labor, de la barcina que
propiciaba, de cómo debía ser la yunta de bueyes…
Uno se conecta también con el
recuerdo del cántaro en las fuente solitaria del pueblo. A lo mejor, hay un
viejo con ganas de que alguien le preste atención y el hombre se vacía en una
conversación y cuenta y cuenta y cuenta cuando le preguntas y va y dice “porque
usted por su habla no es de aquí”.
– No, señor.
– Pues venga más a menudo aunque, yo para
entonces, ya…
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