Cuando los bárbaros, o sea las
tribus que venían de otras tierras se asentaron en las fronteras del Imperio,
Roma no vio el peligro a sus puertas. Roma estuvo lenta y Roma llegó tarde a
dar soluciones al conflicto planteado que terminó con su aniquilación.
Hace unos días estalló un
escándalo. El obispo de Solsona, en opinión de la prensa sensacionalista, ha
roto los moldes. Dicen que todo por el amor de una mujer. Dicho así de esa
manera, ni va a ser el primero ni el último. Los que saben del tema dicen que
hay más y que eso es lo de menor importancia.
Al parecer, el señor obispo
tuvo una metamorfosis en su comportamiento tan fuera del sentido común en
muchas cosas, que Roma debió verlo antes y entrar en el fondo de la cuestión.
Roma confirmó que llegaba tarde.
El señor exobispo ya, de la
diócesis de Solsona, iba de la mano del exorcismo, había estudiado demonología
y algunas prácticas que llaman diabólicas. Él mismo se disfrazó de diablo en la Patum de
Berga en la festividad del Corpus Christi. Vamos, el castizo muy benévolo
habría dicho de él que estaba como una regadera, si quería pasar la mano, pero
no cabe duda que haciendo daño.
Cuentan que en la catequesis
pasó del tú a tú, familiar y entrañable, a que le besaran el anillo, prohibió
la comunión por una falta y emprendió cruzadas contra el aborto y la
homosexualidad. Hablan de un disparate, que de probarse, pueda decir a las
claras que es un enfermo. Llegó a poner contra la pared, desnudos, a un grupo
de homosexuales y les hacía repetir reiteradamente en voz alta, algo así como
“soy un hombre, soy un hombre”.
Hay un rumor extendido por toda la comarca del
Bages, en el que se afirma que todas las mujeres que trabajaron para él en su
tiempo al frente de la diócesis, han terminado divorciadas. A lo mejor no es
más que una simple coincidencia estadística, pero sí es una cosa constatable y
curiosa. Le asignan algo así como el título de ‘galán comarcal’.
Sea lo que sea, uno
modestamente no llega a entender cómo todo esto no se vio antes. Vamos, que
Roma, en su ‘prudencia’ (¿?), una vez más, llegó tarde, muy tarde.
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