Ustedes ya estarán ahítos de
informaciones, desinformaciones, mensajes, noticias, fotos, reportajes, contrarreportajes, declaraciones, realidades
y tonterías… La cabeza embotada.
El cuerpo me pide decir que
quien ha provocado todo esto es, o son, unos canallas sin darle más vueltas al
asunto.
La vida del trabajador muerto,
para siempre. Los parajes que han ardido, únicos. La Naturaleza tardará tiempo
en recuperar, si es que lo consigue, que tanta belleza vuelva a cubrir las
laderas, las quebradas, los bajadas, las cañadas, las correntías y las crestas
calizas. Las dos niñas, sabrán desde ya, el significado de la palabra “jamás”.
Un día subíamos, Barbeito y el
que suscribe, de Igualeja a Pujerra. El paisaje idílico. Castaños centenarios
en las laderas hasta el mismo borde de la carretera…
-¿Sabes, le dije, qué le falta
a la Serranía?
- ¿Qué? Me preguntó.
-Un Gerard Brenan que la
cantase como lo hizo él con Yegen y con toda la Alpujarra… Y, ese, añadí sin
mediar palabra, tienes que ser tú. Y no me contestó, ni aún hoy, me ha
contestado…
Un determinando común une la
Serranía: su gente y ese espurreo de pueblos blancos en medio de una masa
frondosa toda verde: Faraján, Alpandeire – el de Fray Leopondo – Igualeja,
donde nace el Genal bajo una oquedad de misterio y embrujo.
Por Algatocín se baja hasta el
río – alisos, chopos, álamos blancos, vegetación de ribera en su orilla… - y luego se trepa entre alcornoques y encinas
hasta Genalguacil, con un museo de arte contemporáneo al aire libre por los
rincones de sus calles y un mirador que se abre a Sierra Bermeja -roja de
peridotitas-, y a Jubrique donde se hacía el “Anís del Tajo”. En Parauta – con entrada y salida por el mismo
sitio, dicen que tienen la encina más grande de la Serranía. Cartajima, el
pueblo más alto de la provincia de Málaga… Benarrabá, Benalauria y Benadalid
(con un castillo cementerio) pregonan su origen, Gaucín, un nido de águilas y
mucho que ver con San Juan de Dios (eso para otro día).
Por los Reales se cruza la
Sierra y se baja al mar que besa el rebalaje en Estepona y salpica de sal a
Benahavis y a Istán… Y quebradas y lugares inaccesibles, donde luchan a brazo
partido contra el fuego un grupo de hombres para acallar las voces de muerte
que han sembrado uno o no sabemos cuántos canallas..
Magnífico texto, querido Pepe. Para escribir bien de esa sierra, tendría que haberme quedado a vivir en ella. Por eso no te he contestado todavía, amigo... Un abrazo.
ResponderEliminarEl dolor que he sentido al verla arder lo he sentido a tu lado, recordando aquel inolvidable viaje por aquellos pueblos. Gracias, Pepe.