Levante – casi temporal en Cádiz,
los lleva a Primera; ¿nosotros aplazamos la angustia al lunes, en Gijón? - “Solo
una cosa importa, donde quiera que estés y
adónde quiera que vayas, escuches la música y el ritmo de la vida”. No
recuerdo el nombre del autor. La copié y la anoté en algún papel suelto.
Llegan noticias que angustian. El
bicho anda suelto. El bicho no sabe de economías a las que hay que resucitar,
ni de noches de verano con las terrazas a tope, total para comerse una ración
de pescado frito y una cerveza que al rato está caliente…
Necesitamos salir, precisamos
relacionarnos con los demás. No somos ermitaños que optan por la vida recogida
y solitaria. No hay – o mejor, hay pocas cosas - más duras que la soledad
impuesta. Habla el silencio, habla la ausencia, habla todo eso que nos falta
cuando no tenemos lo que más se necesita, la compañía.
La vida tiene su ritmo. La vida
tiene sus colores: rojo, celeste, violeta, rosa… La vida encierra la belleza dentro,
tan adentro, que solo se la muestra a quién quiere. Ella es así, se muestra
esquiva y cicatera y solo es generosa con quien quiere serlo.
El periódico habla de efemérides de
horror en la guerra de los Balcanes, y de cafres sueltos que intentan asaltar
su propio Parlamento. Mensajes repetitivos como un ajo comido crudo. Uno, a
veces, siente una zozobra interior no por esos mensajes que no admiten una ojeada
de microscopio sino por los que se hacen eco
y, además, toman decisiones que nos afecta a todos.
Esta mañana los pájaros cantaban
al amanecer. Luego, cuando llegó la calor del mediodía, desaparecieron. Buscaron
las umbrías frescas de las alamedas, los cañaverales de sombras permanentes en
las orillas del río o los sotos por los que
“mil gracias derramando pasó....” Ya me entienden.
Mi gata ha sacado adelanten un
camada de cinco gatillos. Los vimos nacer, los hemos dejado crecer y cada
mañana ella, como madre, acude a serviles el desayuno. Al principio, no salían
del escondite. Se protegían, ahora toman confianza, y ya sumidos en su
sobrevivencia – con las cosas de comer no se juega – hasta se dejan
fotografiar.
Es la poesía, el ritmo de la
vida. Hay otros mensajes. Algunos portadores de preocupación o de una soledad
inmensa… ¡Tendrá que ser así!
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