Málaga lo despidió una mañana lluviosa de
primavera. Los pocos que asistieron a su entierro no se atrevieron a entrar en La
Corcha ante el temor de dejarse los zapatos perdidos en el lodazal y esperaron
abajo, a las afueras. Solo los empleados de la funeraria y un mujer – siempre
la mujer – que rompió moldes accedieron hasta su última vivienda.
Salvador Rueda, a quien Málaga había dejado morir
casi en la necesidad más grande, nació en la Axarquía, en Benaque (1857), en
las cercanías Macharaviaya, donde el poderío de la familia Gálvez había dejado
su impronta en la economía local con la Real Fábrica de Naipes y en la
magnificencia de su templo parroquial que servía de panteón a tan poderosos señores.
Él, era hijo de campesinos. Desde niño apuntó a
otras miras. La poesía fue su norte y marcó de tal manera su quehacer que hoy
se le considera como pilar fundamental y precursor del Modernismo. Anduvo por
Madrid donde trabajó en las Gaceta
de Madrid. Viajó por
Hispanoamérica y fue coronado como poeta exceso (1910), en La Habana.
Tuvo contactos con algunos de los escritores más
importantes de su tiempo: Núñez de Arce, Campoamor, Valera… Clarín, Rubén Darío
de quien se dice que “bebió” tanto de su obra que en algunos momentos casi la
hizo suya y Unamuno que prologaron tres
de sus libros: Cantos de
vendimia, en 1891, En tropel en 1892 y Fuente de Salud
en 1906.
Con el cordobés Manuel Reina creó una estética
literaria bautizada como Colorismo que tuvo gran influencia en poetas de la
talla de Juan Ramón Jiménez o de Francisco Villaespesa.
Colorido, musicalidad, ritmo, originalidad… La
naturaleza de la que se había empapado en su tierra de Benaque aparece como
tema de inspiración, tanto en verso como
en prosa donde describe con asombrosa brillantez la geografía de su tierra
andaluza.
Nos deja ésta asombrosa descripción: “ Cuando se llega a los Gaitanes,
y se entra en el Valle de Álora, y se atraviesa por aquella sucesión de
granados, chumberas, naranjos, perales, plátanos, moreras, olivos, eucaliptos e
higueras, como si se atravesar por medio del Paraíso, no hay átomo de mi cuerpo
que no se remueva ni nervio que permanezca insensible”.
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