Hacía un rato que la vida se
había echado a andar por la ciudad. Murmullo constante de motores de vehículos,
ruido sordo que arranca, se expande, y no se sabe de dónde viene, ni adónde va. Ella había llegado puntual,
como era su costumbre…
-
¿Qué va a ser? Preguntó el camarero
-
Una infusión de manzanilla y café con leche fría. Si
puede ser dijo él, me trae la leche y yo se la pongo, y sin mediar más, agregó:
muchas gracias.
El camarero, un hombre enjuto, hacía
años que había entrado en eso que llaman edad madura. En sus años mozos pudo
haber sido banderillero en una cuadrilla de arte. Orejas grandes, nariz
puntiaguda, chaquetilla corta, blanca, pantalón negro y corbata de palomita…
Ella era todo luz. Ella era un
mujer hermosa, cara redonda, ojos grandes, profundos y labios sensuales. Ella
era de esas mujeres que no pasan desapercibidas. Vestía con gusto exquisito y
combinaba los colores: del collar de bolas grandes que tenían un sentido
decreciente, bolso, zapatos y pintura de uñas…
-
Esta mañana tengo un día horroroso, dijo ella, me
he levantado con el ‘feo’ subido, con las de cosas que tengo que hacer…
El no dijo nada, esbozó una
sonrisa y para sus adentros pensó que era una manera de provocar para sacar la
reacción contraria… Ella continuó con su monólogo:
-
Tengo que ir a comprar un detalle para una amiga
porque se acerca su cumpleaños, y luego a recoger unas prendas que mandé
arreglar, después me quiero pasar por la tienda de Elisa que me han dicho que
ya tiene rebajas y…
Él, no decía nada. La dejaba
hablar. La observaba. De vez en cuando percibía unos movimientos de cabeza como
queriendo mover la media melena de su pelo cortado que parecía haber perdido el
sitio…
-
Hijo, que callado estás, cuéntame algo. No dices
nada…
Él, esbozó una media sonrisa: Es
que no me dejas… Ella – ya habían
terminado la consumición – se levantó, lo besó en la mejilla y se echó a
andar…
Él, la vio alejarse y para sus
adentros pensó: maravillosa, es sencillamente maravillosa…., mientras en el
fondo de la taza, sobre la mesa de mármol, quedaba un poso de café con leche.
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