martes, 14 de julio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La poesía de María







La escuela de adultos fue ‘la mano de nieve’ necesaria, que como en el arpa de Bécquer, arrancó las notas que encierra la poesía de María, María Gómez Riera,  que no estaban dormidas, sino solo esperando el momento preciso.

María escribe lo que ve y de lo que ve. Su poesía es un lazarillo para andar por la vida con la sencillez de quien va con los ojos abiertos y lo capta todo y luego lo cuenta: “Mi pueblo me sabe a mosto, / a aceituna sin partir, / a naranja y yerbabuena”.

 Esta mujer, a la que he conocido por azar, a través de la amistad compartida con otro ‘poeta’, en este caso de la imagen, Felipe Aranda, nos transmite en sus versos algo tan sublime y tan difícil como es lo cotidiano: “¡Me duele tanto vivir! / yo sola con mi tristeza, / con mis dudas, / con mis anhelos!”

María habla en su libro. ¿O es un espejo en la que vemos a un mujer sin doblez, transparente, profunda como las raíces de las viñas que la vieron crecer en un pueblo de la Axarquía, Almáchar? “Nostalgia de soles, /de tierra mojada, /de sueños de niña, /de manos con alma”.

La poesía de María es el canto a lo sublime de la sencillez: “Al cantarillo que va / desde la casa a la fuente, / sin prisas para llegar”. ¿Quién no ha vivido la sensación de querer llenar cuanto antes el cantarillo del amor, de la compañía, del anhelo satisfecho ? Esta mujer nos da la receta: de la casa a la fuente y sin prisas para llegar…

Dice de ella José Javier Portillo, “Curro de Almáchar” en el prólogo, que nos hace sentir la verdad hecha verso y que su poesía son mensajes abiertos y claros, y que además, su poesía está hecha para la gente… ¿Se puede decir más?

Solo agregar que en su alma de ternura, acurruca el amor a su padre que plantó las viñas que marcaron su vida, el recuerdo de unos años de niñez duros, donde la necesidad obligó a levantar el vuelo, y a la exigencia imperiosa de dar respuesta a la demanda interior de la búsqueda de nuevos caminos.

María habla en Mar de silencios, Circulo Rojo (2019). Me ha llegado con retraso. ¡Bendita la hora en que vino!



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