Corren vientos de analfabetos
sueltos, sin bozal ni traba, sin cabestro ni jáquima. Ahora la emprenden contra
Miguel de Cervantes. Una estatua levantada en su honor apareció teñida de pintura
y con una palabra marcada: “bastardo”. Hay cosas difíciles de entender. Ésta, una
de ellas.
Recuerdo una anécdota que se
cuenta de don Jacinto Benavente. Acude a un acto. La asistencia, masiva. El
gracioso de turno le lanza pildorazos. ¿El móvil?, un cuernecito de oro que llevaba, a modo de
insignia, en la solapa de su chaqueta. Insistía e insistía. Cada vez con más sorna
y rintintín. Busca resonancia en el
auditorio. ¡Qué, don Jacinto! ¿un cuernecito? Al rato, vuelve con la
provocación. En un momento determinado don Jacinto como quien está distraído y sin reparar mucho en la cosa,
le espetó: ¡Ah! ¿Se refiere, a esto de la solapa? Sí, contestó, y entonces don
Jacinto sin inmutarse, replicó: es un
espejo…
A lo peor quien escribió la
palabra sobre el monumento a Cervantes en el parque Golden Gate (Puerta de Oro)
de San Francisco no se percató que podría ser un espejo… donde se reflejaba él
mismo. ¡Pasan unas cosas!
El hombre que escribió aquello de: “La libertad, Sancho, es uno de los más
preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden
igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la
libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el
contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres."
El Quijote”, II Parte, cap. 58.
¿Este hombre bastardo? ¿Este
hombre racista? Por cierto, Cervantes que sí estuvo en Lepanto y preso en Argel,
en Sevilla, y en Valladolid, lo pasó muy mal en su tiempo, pero nunca estuvo en
América a pesar de haber pedido un
puesto de funcionario en aquellas tierras.
¿Cuántos de estos intransigentes
habrán leído El Quijote? Puede que sobren muchos dedos de una mano. Cervantes
nació en Alcalá de Henares en 1447 y murió en Madrid 1516. Lo enterraron el 23
de abril, acudió poquísima gente a su sepelio en el convento de las Trinitarias
Descalzas de San Ildefonso, hoy, Barrio de las Letras. Se han buscado con
ahínco sus restos. No han aparecido… ¿Y vienen a vilipendiarlo? ¡Amos,
hombre, te quiés í…!
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