Su nombre, Jean Charles de Davillier. Lugar
de nacimiento Rouen, 1823, lugar de muerte París 1883. Nieto de banquero
ennoblecido en el imperio napoleónico, tuvo una fortuna millonaria ¿Su vida? La
de un sibarita con dinero, mucho dinero, tanto que le permiten todos los
caprichos que se les antoja: buena vida, viajes, colecciones de obras de arte,
manuscritos, libros…
En 1862, en compañía del alsaciano francé,
su amigo Gustavo Doré, probablemente el mejor ilustrador del siglo XIX, inician
un viaje por España. La obra de ambos, él como escritor y Doré como ilustrador,
ve vida en la revista Le Tour du Monde. Se publica, por entregas, entre 1862 y 1873. Luego la vería, a modo de
libro Voyage en Espagne (1875) y se traduce al español, en 1957, con el título de Viaje a España, muchos años después.
En sus descripciones de los lugares que
visita y de la gente con quien convive huye de los tópico y del pintoresquismo.
Estudia y escudriña la civilización española de aquella época e incluso, al
final del libro va a más, e incluye un capítulo
sobre las artes decorativa de España, terreno en el que era un auténtico
erudito.
Pasó por Málaga, - L’Espagne Barón de Davillier -, estuvo
en Álora de la que dejó una descripción pormenorizada y muy certera. Por la
descripción se deduce que debió ser en otoño porque habla del color y de la
maduración de la naranja…
“Antes de dejar Málaga,
quisimos hacer una incursión por la Hoya, hermosa llanura que se extiende entre
el mar y las montañas. Atravesamos una de las llanuras más bellas y fértiles de
Andalucía y del mundo entero, donde las palmeras se alzan graciosamente por
encima de los campos de caña de azúcar.
La pequeña ciudad de Álora, donde se detiene hoy el ferrocarril, está
situada, sobre una altura coronada de pequeñas ruinas, y por encima de la cual
se levanta la sierra del Hacho. Llevábamos una carta de recomendación para un
propietario de Álora, que nos enseñó magníficos campos de naranjas y limoneros.
Ya empezaban las naranjas a tomar su bello color dorado, y aunque aún no
estaban maduras, vimos cargar vagones enteros para la capital”.
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