viernes, 17 de julio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Álora, en la pluma de Ángel Caffarena



       



Ángel Caffarena Such nació en Málaga el 16 de octubre de 1914, y donde falleció ochenta y cuatro años después, cuando casi terminaba el siglo XX, después de desempeñar una labor enorme como escritor y sobre todo como editor.

Gracias a él pudieron publicar su obra – Ángel se inclinó de manera principal sobre jóvenes poetas que se iniciaban con sus primeras obras – Jaime Siles, Pere Gimferrer, Leopoldo Panero, Luis Eduardo Aute, Rafael Pérez Estrada, José Infante, Pablo García Baena…

Era sobrino de Emilio Prados, uno de los grandes poetas de la Generación del 27. Estudio Filosofía y Letras en Madrid y estuvo hospedado en la Residencia de Estudiantes, donde convivió con pintores, músicos y poetas que tuvieron un nombre propio en la cultura española del siglo XX.

En los años cincuenta regresa a Málaga y funda la Librería Anticuaria El Guadalhorce, que sigue el hilo de Dardo, antigua Imprenta Sur, y Caracola de tanta importancia para dar a conocer a los poetas claves de la Generación del 27. Ángel apuesta por los autores noveles y abre unas puertas a la edición de sus obras, que de otra manera no habrían podido ver la luz.

Publica también como escritor – ya era en esa fecha Cronista Oficial de Málaga y su provincia, obras donde da conocer la idiosincrasia y las peculiaridades de la provincia y así aparece: “Historia singular sucedida en Antequera desde Semana Santa hasta fin de julio de 1638 años”



En su libro “Algo sobre el cante” escribe: “El pueblo andaluz de entrañable sensibilidad religiosa, no olvida el origen judío penitencia de esas melodías (la saeta) e incluso mantiene sus sugerencias en un canto afín: la saeta de pasión, o perota, hoy lamentablemente olvidada salvo en contados pueblos, como por ejemplo  Álora, del que le viene el sobrenombre de perota. Su melodía puede tener similitudes con algún canto sinanogal”.

En otro lugar escribe: “El aloreño o perote suele ser persona de fina sensibilidad, de refinado espíritu. Es en suma, uno de los más típicos ejemplos del andaluz racial. Ingenioso, con percepción rápida de cuanto sucede a su alrededor, tiene sobre todo y por todo, ese don especial que distingue a la raza conformada por milenios de cultura”.






























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