Para ti...
jueves, 30 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rittwagen
La Ética enseña como deberían ser los hombres. Los cuadros
de Jaime, son como la ética, pero en la pintura naïf. Reflejan ciudades ideales:
coches de juguetes y perros callejeros, niños felices y bicicletas por el parque,
palmeras y motoristas, coches de caballos y el que lleva la escalera, toneleros
con néctar divino de las bodegas de López Hermanos, soldados, y el pavero en el
Muro de Puerta Nueva.
Jaime Rittwagen, es el notario de aquella ciudad de entonces
que fue y ya no es, con sabor a pueblo
provinciano, que rompía moldes cada atardecer cuando el ‘melillero’, el
único barco de renombre que entonces venía al puerto, se echaba a la mar y tocaba
tres pitidos largos de sirena…
Jaime, casi ve los barcos venir desde el balcón de su casa
y se los trae al lienzo como quien pasea a su nieto de la mano. Canta y cuenta
la vida de Málaga: la espontaneidad de la calle, la luz, el color y lo que, fuerza
de ver cada día, casi no valoramos.
Sus cuadros son un muestrario de vida: tacos de jabón Lagarto,
tiendas de quincalla en calle Compañía,
curas con bonete y manteo, tranvías que
anunciaban “Ceregumil”, “Anís del Mono” o “Casa Ortega” del
Palo a la Alameda ,
bañistas en la playa o el Compás de Victoria por donde la gente iba y venía al
centro. Se vendían máquinas Singer en la Plaza del Carbón y
Entrambasaguas, gafas…
Puerta del Mar, la Trinidad, El Molinillo, Puerta Oscura o
la Merced, la Plaza
de la Constitución
o la Catedral, Pedregalejo y Atarazanas… Se asoman al lienzo y entablan un
diálogo de tú a tú con el espectador que se acerca curioso a admirar la obra.
Jaime, le dije un día, ¿por qué siempre pintas un gato? y me contestó: porque “Málaga sin gatos en el Guadalmedina
y sin palmeras en el parque, no sería Málaga, sería una ciudad cualquiera….” Jaime
es todo bonhomía, la saca a sus lienzos y la muestra con dulzura.
Puede que lleguen a tiempo para tomar el último tranvía.
Aquel que el maestro Alcántara lo llamó de “sol con jardinera” y lo vio
partir, bordeando la bahía, cuando ya no estábamos en guerra aquel verano en
que su padre lo llevaba de la mano. (¡Qué suerte han tenido los niños a los que
sus padres los llevaban de la mano!).
miércoles, 29 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Leonardo, sensualidad y color
Dicen
que andaban una tarde de cháchara en el cielo. Hablaban de sus obras y de sus
andancias por la tierra. Don Miguel contaba que: “En un lugar de la Mancha
de cuyo nombre no quiero…” Don
Miguel, interrumpió un angelito entrometido que escuchaba la conversación, ¿eso
no fue en Sevilla? Esbozó una sonrisa, no le hizo caso, y siguió contando…
Así,
dijo, comencé el más grande mis libros. Cuando anduve por los Percheles de
Málaga, respiré las brisas salinas que venían de la mar, vi como florecían las
rosas en primavera, y busqué un pintor que las inmortalizara. Me dijeron que
aún no había nacido, que lo haría unos años después, en la calle Tomás de
Cózar, y que se llamaría Leonardo Fernández…¡Cómo lamenté que nuestros tiempos
no coincidieran…!
Me
contaron también, que ese niño jugaría en Calle Granada y en la Plaza de la
Merced, donde también jugó Picasso, pero eso para otro día, y en los
descampados que rodeaban el Teatro Romano y que se fijaba en todo, tanto, tanto,
que hasta los detalles más mínimos, los llevaría a sus lienzos.
Todos
escuchaban en silencio y continuó: Sus bodegones
son únicos, exuberantes, plenos. Su pintura se desmarca de aquella naturaleza
muerta del siglo XVII, porque él pinta la vida, la que nos acompaña al revolver
de una esquina, la que está en el frutero de la casa o la que al entreabrirse
el día viene con las brisas del alba…
Podemos hablar, agregó, de los patios andaluces. Ahí
es un maestro. Lo borda. Agua, flores, cerámica rota, macetas y testeros
desvencijados, desconchones y grifos, paredes que de puro viejo se caen… el
paso de la vida misma. Da igual, porque Leonardo lo saca de lo cotidiano, lo
eleva, lo acerca y lo hace saborear: nísperos maduros, uvas moscateles o
tintas, cerezas ahítas, o las manzanas que pudieron ser las del pecado…
Y dijo más. Lo que más me gusta de sus lienzos son sus
rosas
ajadas: rojas, violetas, amarillas… en vasos de cristal, como los vasos que
había sobre los veladores de las señoritas de entonces, cuando esperaban a
quien había de venir con chaqueta de hilo crudo, corbata de palomita y zapatos
negros. Sus jazmines, blancos, diminutos, ensoñadores…
Leonardo,
les dijo, estudiará con Juan Baena y, se convertirá en el representante más
genuino de Escuela Malagueña del XIX… Y
dicen que levantaron la tertulia.
martes, 28 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La niña de Puerta Oscura
Sube la brisa de la mar, sabe a
sal y huele a brea. Trae en su ser rumores de caracolas, espumas de nácar y
pespunteo de olas. Hay un aleteo de palomas. Van de los almeces a las palmeras,
de los plátanos a los ficus, y de vez en vez… “Una luz por el parque y el
pitido / de un barco que se fue, que se está yendo” como pintaba el Maestro
Alcántara en sus versos.
Se acurruca en los jardines. Hay
remolinos de violetas y biznagas,
claveles, clivias y azucenas, perfumes de heliotropos… Delfines en la bahía y una
sirena en la lejanía, tan lejos, tan lejos, que solo lo saben el tiempo y ella.
En el horizonte, un velero con velas blancas como pañuelos de encaje…
Hay un gorjeo de notas, un desgranar en cascada como un chorreo de
estrellas. “La niña de Puerta Oscura se dio de cara con él / los ojos de
calentura, la boca como un clavel / ¿A dónde vas niña hermosa, a dónde vas por
ahí?, pregunta la voz imperante de Rocío…
Una voz de barítono, recia y
profunda, como los embrujos de una noche de espejo y deseos, pregona a los
cuatro vientos, que vienen de Capuchinos
y la Trinidad, de la Victoria y del Perchel… “Y que de noche las olas / con
verde bata de cola le bailen por soleás”. Carlos Cano.
Y dice Doña Concha, como solo doña
Concha podría decirlo, porque nadie paseó así la copla : “estoy buscando una
rosa, la rosa del mes de abril / y al verla ponerse como una amapola…”
Entonces, apareció…, que desde que Él lo quiso, hace el estribillo
como únicamente ella puede hacerlo, en ese coro donde cantan los elegidos entre
nubes de algodón, suspiros y sueños: “Limonar, en medio del limonar,
limonar, / de conchas y caracolas le tengo que hacer a mi Lola una casa de
coral / limonar, limonar…”
Quintero, Rafael de León y
Quiroga, se acercan en silencio. Miran. Están asombrados. ¡Ay! se comentan, si
hubiésemos tenido esta voz en nuestro tiempo…Uno se sienta al piano, los otros dos
hacen compás con un repiqueteo de dedos y…
Dios que contempla en
silencio, se dice para sus adentros, hay
cosas en la que a uno se le va la mano…
lunes, 27 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Amante de abril y mayo
España, se debatía entre la
tristeza y el olvido de una guerra que había vestido a mucha gente de negro.
Europa, en una contienda contra el nazismo y el fascismo. Los historiadores,
por la magnitud la llamaron Guerra Mundial…
Tres genios andaluces, Antonio
Quintero, natural de Jerez; Rafael de León, sevillano con un puñado de títulos
nobiliarios bajo el brazo, y la belleza
de la poesía de la Generación del 27, y
el también sevillano y compositor, Manuel López Quiroga – “Quintero,
León y Quiroga- pusieron la pica tan alta que durante casi veinte años, las
décadas de los cuarenta y cincuenta, fueron únicos.
La ‘Copla’, pequeñas historias
con un inicio, un desarrollo y un desenlace, era la válvula de escape, en
muchos casos casi la única, para el encorsetamiento de la época.
El puritanismo, del que no estaba
alejado la jerarquía, o parte de la
jerarquía eclesiástica de la época, plasmado en la censura política y religiosa
eran los tiempos del cardenal Segura o Pla y Deniel… los dos primados de España.
Intransigente el uno, adicto total el otro, marcaba los caminos por los que el
arte debía deambular, burlado muchas veces con maestría asombrosa por este
trío. Es justo también dar cabida a otros como Ochaíta, Valerio, Solano,
Perelló…
En 1932 Rafael de León conoció en
Sevilla a Concha Piquer, que hasta su retirada, fue la más aclamada. Algunos la
llamaban doña Concha.
Perfeccionista, y tan exigente que despidió a Manolo
Caracol por llegar tarde en una ocasión. Valenciana, casada con el torero
Antonio Márquez, fue indiscutible hasta su retirada en Isla Cristina.
Rafael de León tenía debilidad
por ella. Compuso letras de admiración, de lucimiento, de cortesía, hasta casi
de reverencia para ella. En 1957 ,“Amante
de abril y mayo”. La copla ya declinaba,
apartada por corrientes musicales que se imponían entre la juventud, no
obstante, fue un gran éxito.
Recogen los autores el amor que
llama a una mujer madura. Ronda los cuarenta, el pueblo la ve que cambia de
peinado, que despide a un niño tostao… Murmuran, y la respuesta: “Me están
doliendo los centros / de tanto quererte a ti / me corren venas adentro. / Tu
amor de mayo y abril. / Desde los pies a la boca, que aprendan todos de mí / A
querer como las locas…” Se va abril, viene mayo…El amor sigue, por siempre.
domingo, 26 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Suspirando por Granada
¿Recuerdas? Don Antonio Machado le escribió una nota a su
amigo José María Palacio - “Palacio, buen amigo” - y le preguntaba si la
primavera vestía ya de hojas las choperas del río y los caminos, y le conminaba a que con los “primeros lirios / y
las primeras rosas de las huertas, / en una tarde azul…” subiese al Espino,
donde se habían quedado sus sueños, “donde está su tierra”…
¿Sabes? Desde este encerramiento
por mor de las circunstancias, intuyo que ya se ha bajado la primavera por la
Cuesta del Chapiz a Granada, y en las orillas del Darro, a los pies de la
Alhambra, por donde corre camino de otro río para juntar sus aguas, se escuchan
de madrugada cómo cantan los ruiseñores…
¿Sabes? Vislumbro que se han
vestido de hojas nuevas los plátanos de la Plaza de la Trinidad, y hay cantos
de mirlos tempraneros y juegos de gorriones traviesos y arrullos de palomas que
zurean al amparo de sus sombras para taparse del sol de abril…
¿Sabes? Escucho cómo lleva el
viento la voz de Miguel de Molina, pautada en no sé qué pentagrama de
surtidores y gemidos de amor en los miradores, que le cantaba a la rosa, la rosa de la
Alhambra, “más bonita que ninguna”…
¿Sabes? Hay un murmullo de
jazmines blancos en el Albaicín, y buganvillias que trepan por las tapias, y
cipreses que bambolea la brisa de la tarde en el Generalife. En los cármenes,
el embrujo y el misterio que encierra toda su belleza del interior…
¿Sabes? La campana de la torre, -
la Torre de la Vela, claro- tiene un repique diferente que comparte sus mensajes
con las de Santa Ana, las de San Nicolás, de la Plazuela de San Gregorio, de
las Angustias. ¿Las Angustias?, sí, sí, la que está en la Carrera y que yo te
conté…
¿Sabes? Esta noche de abril, en
el encierro impuesto siento nostalgia de Granada, de su nieve en la Sierra y de
su “agua oculta que llora”, y del piano de Albéniz que desgrana sus notas
lánguidas, y hago mío el deseo de Agustín Lara: “Granada, tierra soñada por mí”
y de aquella que tú y yo soñamos y de la que nadie
más supo, salvo aquel espejo recóndito que reveló toda la belleza que va
dentro…
sábado, 25 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Virgen de la Cabeza
La imagen de la Virgen de la
Cabeza, se venera en un Cabezo– de donde recibe el nombre - en Sierra Morena
desde siglo XIII, donde se apareció, según la tradición, al pastor de Colomera, Juan Alonso Rivas.
La devoción se extendió por toda
España. De siempre, fue multitudinaria la asistencia de peregrinos hasta el
santuario, a veces con desmanes, lo que llevó al Rey Carlos III a publicar una Pragmática Sanción,
limitando el número de persona que podían acceder a la romería (la segunda más
antigua de España).
No sabemos quién la trajo a Alora,
ni cuándo el Concejo de la entonces Villa, la aceptó como Patrona. ¡Sería muy
interesante encontrar ese documento!
Según Felipe García, su cofradía se constituyó
entre el 6 de diciembre de 1625, cuando
muere el obispo de Jaén, Sancho Dávila, y la del ermitaño Francisco Reina, que
lo era de la ermita de Santa Brígida, el 28 de noviembre de 1644…
En 1656 es su Hermano Mayor Alonso Ruiz de la
Cueva. El Libro de Colecturía, refleja la entrega de dinero para misas por los
‘hermanos difuntos de la Cofradía de la Virgen de la Cabeza’…
En 1715, Antonio Cuenca, su ermitaño, recibía
doscientos reales de vellón al año…
En 1777, el quince de enero murió don Pedro Díaz
Castro. Dejó para su ermita una arroba de aceite y dos libras de cera…
También, en el XVIII, el testamento de 13 de
agosto de 1784 de Francisco Martínez Primo, el tallista que doró el retablo de
la Encarnación, lo atestigua. Deja dinero para misas y tres arrobas de aceite.
En el XIX,
en la puerta de su ermita, de febrero de 1814, José Enjuto recibe a Tomás
Franco de la Vega que regresaba desde Puebla de los Ángeles (México) y venía a
tomar posesión del Acta de Diputado en la Cortes de Cádiz. Era su Hermano Mayor,
Sánchez Santaella…
En el XX
se acometen reformas. Se traslada la parroquia. Se predica una Misión por los
Jesuitas José Rodríguez y el hoy Beato Tiburcio Arnáiz.
La imagen primitiva, se destruyó en la guerra
incivil. La imagen actual, es de José Navas-Parejo, sufragada por doña Isabel
Ríos. La Virgen de la Cabeza se venera en Álora, en la ermita de Santa Brígida,
en la barriada de la Estación. La
Hermandad ha tenido momentos de
esplendor, alternando con otros más bajos. Ahora experimenta un
resurgimiento de manos de gente muy joven pero, por las circunstancias, este año ‘no toca’.
viernes, 24 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Molino Pitoño
Dicen los
papeles viejos que las ‘anorias’ estaban a ambos lados del río. Las ‘anorias
del río allá”, en la margen izquierda, las del “río acá”, en la derecha. En
medio, el Guadalhorce, que viene desde los Alazores en los límites de las
provincias de Granada y Málaga, y se rinde en el Mediterráneo, frente al mar de
Alborán…
Las
“anorias del río allá”, abarcan un
amplio término, desde el Morquecho hasta la Barranca de la Barca. Aparecen en
documentos del siglo XIX en lo relativo a propiedades recogidas en el Libro de
Amillaramiento y Riqueza Rústica del citado siglo.
Pablo Pérez, en la mejor obra publicada sobre el
Patrimonio Industrial de Alora ya desaparecido, ubica allí el Molino Pitoño, conocido
también como Molino Ramírez. Dice que es “un viejo molino harinero de
rueda horizontal o rodezno con dos bóvedas bien visibles, que van a desembocar
en una pequeña alberca”.
Las
“anorias del río acá”, están unidas al
Vínculo fundado por el Beneficiado Tomás Estrada Brazas, en testamento otorgado
en 7 de junio de 1783. El partido está entre el llano de Santa Brígida y la
Cuesta del Río. Tierras de un alto nivel freático, se dedican prioritariamente
al cultivo de cítricos, si bien se ven seriamente amenazadas por el crecimiento
urbanístico y por otro vecino, aún peor, el propio río.
En el amanecer del 28 de septiembre de 2012, una
avenida de enormes proporciones arrasó parte de su suelos. Lo peor, una muerte,
ruina para mucha gente y la destrucción del puente de hierro. Se dieron tres
factores adversos: la suciedad del cauce – aún a pesar del cambio de gobiernos Central
y Autonómico – no se ha hecho nada para limpiarlo ante el clamor de los
agricultores y del propio Ayuntamiento; una mala planificación con una
carretera que sirvió de presa artificial (tampoco se ha pedido ninguna
responsabilidad a nadie) y una gota fría de enormes proporciones.
Están cruzadas por una vía conocida como el camino
de ‘Callejones de la Barca’. Recibe el nombre por la barcaza que permitía el
cruce del río en los meses de otoño e invierno, cuando el río, crecido, no
podía vadearse. Había otra barca situada aguas abajo, en las inmediaciones del
cortijo de Villalón, pero eso para otro día.
Antonio “el
Divino” los recogió en sus pregones: “Venga niña, que traigo güenos limones / y son
de los Callejones / niña.”
jueves, 23 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Legrá
No soy aficionado al boxeo. Me parece
algo que está en contradicción con la condición humana. Nunca un hombre puede
ir contra otro semejante. Se disfraza de deporte y los que saben, esgrimen
razonamientos que cuesta admitir.
Ha saltado la noticia. Legrá
enfermo del dichoso bichito está en estado grave. Llevaba un tiempo ingresado
en una residencia de ancianos (casi toca con la mano los ochenta años) donde la caridad del periodista José María
García, ha intentado paliar el final de su vida de desastres.
Niño pobre de Cuba donde nació,
se vino a España ‘con lo puesto’ en busca de una salida profesional en el
boxeo. Fue limpiabotas, vendedor de periódicos por las calles o ‘conductor’ de “guiris”
a las casas de putas de La Habana, que conocía al dedillo.
Pasó hambre, humillaciones y le
rebajaron su condición humana a lo más bajo. Los turistas le tiraban monedas al
mar desde el muelle y él se lanzaba al agua para recogerlas. “A los perros
también se les tira el pan”, dijo en una ocasión.
En España le ayudaron su
compatriota Kid Tunero y Vicente Gil, presidente de la Federación Española de Boxeo
y médico de Franco. que lo recibió en audiencia especial en El Pardo. “El
caudillo, decía, me ha regalado un chalé”, lo que en realidad era un piso
modesto en San Blas.
Su estilo de boxear, con la
guardia baja, era de una agilidad asombrosa. No lograban ni tocarle. Bailaba al
contrario con un juego de piernas electrizante, como en el fondo era su propia
vida. Todo jovialidad, fanfarrón y carente de las más mínimas luces para darse
cuenta de lo efímero de la gloria que se le escapaba, como el dinero, a
chorros. Todo dilapidado. ‘Otro juguete
roto’.
Nos contaba el maestro Alcántara,
que lo bautizó como “el puma de Baracoa”, que fue a cubrir la información para
Marca del combate que lo enfrentaba en Porthcawwl al galés Vinstone, al que
venció.
Le preguntó si se había preparado
bien…Pepe Legrá lo llevó a su habitación del hotel, le enseñó una compra
excesiva de muchísimos pares de zapatos que tenía ordenados por el suelo. “Un
mes de preparación, nada de alcohol, ni mujeres, ni tabaco”, contestó. Se introdujo
la mano en el bolsillo, sacó un crucifijo, y le dijo, “don Manuel, si Éste me
da suerte, lo mato”. Un niño grande, muy grande y roto.
miércoles, 22 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las cabras
‘Chiripiqui’ tiene más
de un ciento de cabras, docena y media de ovejas sucias y lanudas, que
esperan la llegada de mayo para que las esquilen, y tres perros ‘ganaeros’.
Es moreno, de estatura media y
ágil como una culebra en verano. Conoce los nombres de las yerbas y casi todos
los secretos de la sierra. Sabe cuándo va a cambiar el tiempo, ‘porque lo anuncian
las cabras’, porque algunas piedras chorrean, por cómo vienen las nubes, o por
el aire. Sabe cómo hay que curar a las cabras con miera, o cuándo hay que
ponerle un botijo a los chivos ritones. Todas las cosas, suele decir, tienen su
tiempo.
Chiripiqui tiene
cabras ‘veleñas’, ‘granaínas’, ‘murcianas’
y son de todos los pelos: florías, negras, alunaradas, canas…
Aquellas dos payoyas, me dijo una tarde que me lo encontré por el
camino, las recogí cuando eran unas chivas en Grazalema, un año que fui por
mayo a la romería de San Isidro.
Los perros son inquietos, lo
andan todo y cuando los manda: “anda con ellas” van, y le vuelven el
ganado. Sube todos los días, a eso de media tarde, y se adentra por las
quebrabas del arroyo. Lleva de acompañamiento, una sinfonía de cencerras.
Algunas veces, llega hasta la ‘Poza Grande’, otras, sube hasta la ‘Charca de
los Esparteros’. Depende de cómo lleven el careo.
Le gusta el cante. Él dice que
no, pero se canturrea de vez en cuando algo: “El canto de la perdiz, /y el
perfume de la sierra, / el ganado en la sementera, / es lo que me gusta a mí a
llegar la primavera”. Y si se
arranca, sigue: “El petirrojo en la
zarza, / la abubilla en el olivo, / la alondra con su cantar / la zamaya en los
caminos / y en el río el pato real”.
Cuando se encuentra con Juanillo ‘Panseco’
y Bartolo, ‘el Rata’ echan un cigarro. Se apoya, dejándose caer,
en un garrote de acebuche que remata en un miriñaque a modo de arrebol, y en el
cuello lleva una honda de siete ramales.
“Donde pongo el ojo, pongo la piedra”,
dice. Hablan de sus cosas entre ellos. Les dice donde hay un buen encerraero,
porque Juanillo pone lazos a los conejos como nadie, pero “en tiempo de cría,
no, porque me quedo sin simiente”. Bartolo, ve los espárragos a una legua…
martes, 21 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Padre Nuestro
Padre nuestro que estás en el
cielo y en la tierra.
Padre que conoces lo que pasó, lo
que pasa y lo que va a pasar.
Padre que sabes, porque tú lo
sabes todo, que de unos días a hoy, los hombres que vivimos en este lugar que
tú creaste -“Creced y multiplicaos”-
estamos azorados por la pena, la impotencia, la zozobra, el miedo… Desconocemos
cómo hemos llegado hasta aquí, pero sí que estamos aquí.
A Ti, que eres Padre, se han
empeñado en convencerte para que nos ayudes, con rezos monótonos, repetitivos y
vacíos, como si Tú fueses uno de esos dioses paganos que, además de crueles,
están sordos.
A Ti, que te han querido representar
algunas veces con un palo detrás del portón, para darnos el porrazo… A Ti,
Justo – que disciernes entre buenos y malos, y sin que ninguno nos paremos a
pensar ¿quién es para Ti bueno, y quién es para Ti malo?, a Ti, en nuestra
impotencia queremos convencerte para que nos ayudes.
Ya ves a mí hoy se me acurre
acudir a tu ayuda, porque Tú eres Misericordia, o sea el que da el corazón al
mísero, al pobre, y con solo con que eches una mirada, ya conoces lo pobre que
somos y cuánto necesitamos de ella que nos viene de tu mano…
Los hombres andan perdidos. Me
refiero a los hombres que tienen en su mano la capacidad para poner algo de
remedio a todo esto que nos tiene atosigados. Los otros hombres, los que cada
mañana vemos como sale el sol y por la noche la oscuridad se siembra de
estrellas, - otros, por mor de todo esto que nos ocurre ya no pueden ver ni lo
uno ni lo otro - a los otros hombres, te
digo, échanos desde tu Misericordia, una mano. A unos enséñales donde está la
luz de la salida, a los otros, enséñanos tu Luz.
Padre nuestro, Misericordia y
Amor…Tú, que lo sabes todo, sabes cómo en nuestra soberbia te hemos hecho a
nuestra manera y acomodo, te hemos fabricado acorde a nuestros intereses y no
hemos olvidado de mucha gente… Ya sabes. Somos presas de ambiciones
incontroladas, de incoherencias, de desatinos.
Acuérdate, porque eres
Misericordia, de estos huérfanos perdidos…
lunes, 20 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día
Permitidme que la rosa de hoy sea para Ana Molina que se nos ha ido antes que llegase la luz de alba...
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ana Molina
Se ha levantado el lunes ventoso
y frío. Se ha levantado el lunes con un viento gélido marcado por el dolor y
por el llanto. Unas nubes negras sobre las sierras, a modo de caperuza, le
ponía un tinte feo y desangelado. Parecía que hasta el tiempo iba por otros
derroteros, por otro camino.
La noticia ha saltado como suele
hacerlo en estos casos, rápida y sobrecogedora. Se nos ha ido Ana Molina. A
todos nos va a llegar la hora. Es esa hora mala y que nadie desea, pero que
algunas veces, como es el caso, llega demasiado pronto.
Decía un poeta, Miguel Hernández,
que también lo pasó mal, muy mal en su vida, pero que ahora está en la gloria
que nadie le puede arrebatar, la gloria literaria, que “muchos tragos son la
vida y un solo trago es la muerte”.
Yo no tuve un trato especial con
Ana, pero sí la conocí cuando desempeñó el cargo de Hermana Mayor de Dolores
Coronada. Vi en el trato que demandaba – yo escribía entonces en SUR – que era
un mujer con una vida interior tan rica, tan generosa, tan fuera de lo común,
que como todas las personas grandes, lo ocultaba en su interior sin darle
importancia a casi nada de lo que hacía.
A Ana no se la ha llevado el
bichito que anda ahora. Ha sido otro bicho, ese que empieza por ‘C’ y que no
tiene caridad, ninguna caridad y que pulsea a otras dos tragedias que comienzan
por misma letra, o sea el corazón y la carretera… “Pronto madrugó, y
vuelvo a citar a Hernández, la madrugada”.
Estoy seguro que la Virgen de los
Dolores, su Virgen de los Dolores, nuestra Virgen de los Dolores, la ha acogido
con un abrazo que no es virtual, como ese que estos días nos damos, no. Es un
abrazo de Madre a hija que llega extenuada después de una lucha sórdida en eso
que hemos dado en llamar vida y que al final la ha derrotado.
Ana se ha presentado en el cielo
con la sonrisa que la acompañó y la
discreción de la que siempre hizo gala, tan discreta, que incluso por mor de
las circunstancias que mandan estos días, su despedida va a ser tan sencilla,
como ella lo fue en la vida.
Descansa en paz, amiga.
domingo, 19 de abril de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ambos dos
-
¡Illo…!
-
¿Qué?
-
Na…
-
Ah…
(Silencio
largo)
-
¡Illo..!
-
¿Qué…?
-
¿Tú sabes si el tiempo da agua?
-
No.
-
Ah…
( (Silencio largo)
-
¿Y pa cuando va a llové…?
-
No sé. Dicen que p’al cambio de la luna…
-
Ah….
-
¿Y pa cuando cambia la luna?
-
No, sé.
-
Ah…
(Silencio
largo)
-
Illo..
-
¿Qué…?
-
¿Tú sabes si la Juana s’aio con el novio …?
-
No…
-
No te hagas el lipendi que tú le hablas a la Juana…
(Silencio
largo)
-
¡Illo!
-
¿Qué?
-
L’andiño?
-
¡Andiñale…!
-
Pero ¿al cohillo pa que no cojee?
-
¡Andiñale….!
-
Y, ¿si me dice que no?
-
Coge la burra y vente…
-
¿Y ya está?
-
A vé, si te echa los perros…
(Silencio
largo)
-
Illo..
-
¿Qué?
-
Na..
-
Tú ¿has echao talega?
-
No…
-
Y, ¿tú?
-
Tampoco…
(Silencio
largo)
-
Illo…
-
¿Qué?
-
Na
-
¿Echamos un cigarro?
-
Güeno….
-
Tú ¿tienes tabaco?
-
No.
-
Y ¿tú?
-
Tampoco
-
Illo…
-
¿Qué?
-
Na…
-
¿Tienes candela?
-
No…
Se palpa, se registra los bolsillos…
(Silencio
largo)
-
Illo..
-
¿Qué?
-
Na…
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