domingo, 25 de marzo de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Semana Mayor


Comienza hoy. Toda - casi toda - España se echa a la calle. Hay muchas maneras de celebrarla,  de vivirla. De quienes se escapan al campo, a las montañas, a la orilla de la mar… De quienes revientan  tambores a quienes se secan lágrimas con ese rezo que se llama saeta. De quien va descalzo y con cadenas a quien la ve pasar desde la acera…

Mi amigo José María Martín Urbano dice que es maravillosamente igual y distinta en todas partes.  Castilla, sobria; exuberancia, colorido, pasión y jolgorio  en  el Sur; desde el misticismo de un pueblo perdido en el mapa a la gran ciudad con calles abarrotadas y brisas del Mediterráneo.

Hay, también,  vivencias únicas. Hay que ver a San Benito por la Cuesta del Bacalao y a la Macarena por el Arco, al Cachorro que viene de Triana y a la Esperanza de San Gil. Hay que escuchar ‘Campanilleros’ detrás de Montesión y los pasos de los costaleros cuando encierran a Jesús de Pasión en El Salvador.

Hay que ver al Hombre de la túnica blanca que cruza por el puente de la Aurora,  y a Jesús ‘el Rico’ por delante de la Alcazaba. Hay que ver a  Mena en Santo Domingo  donde dice el Maestro Alcántara que Cristo dio tres voces y lo escuchó la Legión que sí estaba allí y luego lo pregonan por la Alameda, a pecho descubierto y voz en alto, y dicen que “nadie en el Tercio sabía quién era aquel legionario…”

Es el Cristo que todos queremos a nuestra vera para esa hora que llegara, como queremos a su Madre para que acoja el Ánima que deja el cuerpo y…

Hay que ver a Jesús Orando en el Huerto  - por cierto, ¡ qué peazo de óleo’ que será estandarte, le ha pintado este año mi amigo Paco Valverde! – que no viene de Getsemaní, sino que baja del ¡ Calvario!, del nuestro, claro. Y hay que arrugar el alma que no cabe en el cuerpo la mañana de la Despedía… que es reencuentro, y ver ese Crucificado que asoma por la calle Ancha y casi toca con las yemas divinas de sus dedos la cal de sus paredes…

Hay que llorar con Ella. Es la madrugada del Viernes Santo, María lleva su dolor; el pueblo,  el acumulado durante el año. La llaman Soledad… Es Semana Mayor.




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