Si vienes desde Carratraca
tienes dos opciones: por el antiguo camino de las diligencias o por la sierra.
Verás. Del primero ya solo queda el nombre. La carretera lo suplió. Baja rápida,
encajonada y sorteando el arroyo de Las Cañas que busca el río, y luego el mar…
Ya sabes.
Si te decides por la sierra –
te merece la pena – el camino es más tortuoso. Curva y contracurva, entre pinos
y bajo un cielo azul en los días limpios. Naturaleza a pedir de mano. Olerás a
resina, aulagas y campo.
Es la Sierra de Aguas. Por
donde entran, dicen los viejos, las ‘bruscas’ que vienen del Atlántico, aunque
luego se escurren por Bombíchar, la Sierra del Valla, la Joya, El Torcal y
luego, se van como para la parte de Granada.
Después de bajar el Puerto de
Lucianes y salvar el Tajo Azul donde se
unen los términos municipales de Casarabonela, Carratraca y Álora la sierra
queda a la izquierda; a la derecha, un arroyo, el del Higueron, casi nunca
lleva agua pero cuando descargan las gotas frías se llena hasta los topes y
baja bravo.
Un poco más abajo – debes
seguir la carretera y no desviarte por un camino que asfaltado y de manera
irregular ha dejado de ser de servicio para el canal de la margen derecha y
ahora lo llaman, acceso norte - , un poco más abajo te decía llegas a la
Hedionda. Está frente al Sabinal.
Desvíate, cruza el arroyo,
ahora es el de El Sabinal, junto a la casa está la fuente de la Hedionda. Es un
manantial de aguas sulfurosas. Ahora te explicarás el nombre del porqué el
pueblo la llamó así.
Los árabes dejaron constancia
de ella. Dicen que es rica en cobre, azufre e incluso mercurio. Siempre se le
reconocieron –al agua – sus propiedades curativas empleándola para la terapia
en las enfermedades cutáneas y venéreas.
Pepe Rosas me dio la siguiente
letrilla. No me resisto a no dártela para que
la conozcas: “Una niña con rasquiña / el cuerpo entero se monda, / y el
doctor le ha recetado / los baños de la Jeyonda”. Sin desperdicio…
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