lunes, 26 de marzo de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Otra procesión.


Ellos tienen, también, su Semana Santa. No han tenido que acercarse a la tienda de tejidos especializada en ropa de nazarenos. Visten de negro durante todo el año. Tampoco han debido ir  a ese lugar donde venden los capirotes a medida, ni al lugar ese  con el olor especial que tiene el almacén donde guardan los enseres y se recogen las velas.

Esta mañana han cantado sus saetas particulares. Desde muy temprano, vamos, antes de despuntar el día ellos se han comunicado con los silbos propios que hoy tocaba procesión. Todo el campo, al apuntar el día, era un continuo ir y venir de mensajes.

Luego, a medida que avanzaba la luz, los he visto por las tapias de la alberca, entre el ramaje de los granados que van encendidos y dentro de muy poco, en cuanto cuaje esas procesión de hojas nuevas que suben por sus ramas, ofrecerán las primeras granadillas coronadas de pétalos rojos.

Hay una pareja más confiada que las demás y me han mirado con los ojos con que miran los pájaros que son como de la familia. Esos pájaros, aunque no lo parezca, también suelen poner sus distancias, marcan sus terrenos y saben hasta donde pueden llegar sin traspasar el límite que marca la prudencia.

Después de estos días de lluvia el campo estrenaba ropa nueva. El campo estaba precioso. Todo era una sinfonía de color. En el borde del camino abren las margaritas: blancas, amarillas. Los jaramagos arquean sus troncos débiles rematados en pompones amarillos.  Un sinfín de florecilla violetas, moradas, lilas… se unían al cortejo.

Esta mañana de silbos amorosos tenían tintes versos, entresacados,  del ‘poverello de Asís’ y todo el campo entonaba: “Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra, / que nos sustenta y gobierna, / y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.”

Luego, los mirlos han decidido que ellos esta tarde  van a tener su propia procesión. Se van a quedar de rama en rama para ver cómo cuajan las flores en los ciruelos y apuntan las primeras higueras con frutos y flores nuevas. Se han desentendido de esas tensiones que dice el telediario que se viven en otros lugares con porras y rostros que chorrean sangre y esas cosas.




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