Antonio, “el Divino” era un
hombre de pocas carnes; enjuto. De estatura media y palabra fácil. Ayudaba a la
comunicación y dejaba un chorro de dichos y
pinceladas de humor. Su
aportación al folclore local una de las más valiosas.
Antonio García Cid se las
anduvo en lo que había en una España en blanco y negro que apuntaba al color
del progreso de la mano de la televisión y del turismo en la Costa del Sol.
Antonio, “el Divino” aportó
algo único, especial y suyo: los
Pregones. Si el Canario fue el creador de la Malagueña, Antonio, lo fue de los
pregones. Manolo Garrido Palacios con su programa en Televisión ‘Raíces’ el
viento necesario que lo llevó fuera del ámbito local.
En entrevistas le arrancó lo más esencial.
‘Caramelos’, ´Pititas’, o el Pregón de ‘Naranjas’… A Garrido le contó que hizo
un pregón para vender caramelos con nombres de toreros, a los que agregó otros
de aficionados locales.
Trascribo: (Arranca por
asturianada, ‘cante hacia afuera’) , influencia, sin dudas, de Antoñita Moreno
que en los años cincuenta triunfaba en España). “De menta, caramelos,/ a la salía de Asturias y al entrar en la
Montaña / mis caramelos fabrico para venderlos en España. Los llevo (y aquí
arrancaba, escopetado, con su retahíla),
de Juan Belmonte, Torerito de Málaga, /
Carnicero,/ Sánchez Mejías, / Marcial Lalanda, /Pablo Landa, / El Niño la
Palma, / Zurito, /Villalta, / Paco Madrid, / Pozo Cueto, / Vicente Pastor, /
Corpas, / Rayito,/Andrés Mérida / Cagancho, / Joseito de Málaga y Cañero / y el
difunto Gitanillo de Triana… Compradme, ¿quién lo quería? que se me acaban /
caramelos vendo yo…”
( Y seguía con la tonada de la
asturianada); agregaba, ya en retahíla:
“también los llevo de aficionaos que son todos de mi pueblo / empezando
por Juanico el de Ana, y arrematando por
Emilio Bootello, / los llevo de Emilio Bootello, / Juanico el de Ana, /
Juanaco/, Juanico, la Balita, / Villalobos,
/ Bernabé, el de la Teta, / El Sordo, / Juan Navarro, el Patón, / Sebastián el
del harina,/ Gabriel, el de la Carne, / y Alonso el carnicero, (y seguía con
asturianada) y Juanillo, el tonto pastor, / braguerillos, a gorda los vendo yo/
quiquingue, quiquingue / a chica lo s doy yo y mi hermano…”
Junto Antonio pasé muchas horas, de niño, bajo la higuera
grande; él hacía canastas de mimbre; yo soñaba imposibles.
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