lunes, 5 de marzo de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pregones


Antonio, “el Divino” era un hombre de pocas carnes; enjuto. De estatura media y palabra fácil. Ayudaba a la comunicación y dejaba un chorro de dichos y  pinceladas de humor.  Su aportación al folclore local una de las más valiosas.

Antonio García Cid se las anduvo en lo que había en una España en blanco y negro que apuntaba al color del progreso de la mano de la televisión y del turismo en la Costa del Sol.

Antonio, “el Divino” aportó algo único, especial y suyo:  los Pregones. Si el Canario fue el creador de la Malagueña, Antonio, lo fue de los pregones. Manolo Garrido Palacios con su programa en Televisión ‘Raíces’ el viento necesario que lo llevó fuera del ámbito local.

 En entrevistas le arrancó lo más esencial. ‘Caramelos’, ´Pititas’, o el Pregón de ‘Naranjas’… A Garrido le contó que hizo un pregón para vender caramelos con nombres de toreros, a los que agregó otros de aficionados locales.

Trascribo: (Arranca por asturianada, ‘cante hacia afuera’) , influencia, sin dudas, de Antoñita Moreno que en los años cincuenta triunfaba en España). “De menta, caramelos,/  a la salía de Asturias y al entrar en la Montaña / mis caramelos fabrico para venderlos en España. Los llevo (y aquí arrancaba, escopetado, con su  retahíla),  de Juan Belmonte, Torerito de Málaga, / Carnicero,/ Sánchez Mejías, / Marcial Lalanda, /Pablo Landa, / El Niño la Palma, / Zurito, /Villalta, / Paco Madrid, / Pozo Cueto, / Vicente Pastor, / Corpas, / Rayito,/Andrés Mérida / Cagancho, / Joseito de Málaga y Cañero / y el difunto Gitanillo de Triana… Compradme, ¿quién lo quería? que se me acaban / caramelos vendo yo…”

( Y seguía con la tonada de la asturianada); agregaba, ya en retahíla:  “también los llevo de aficionaos que son todos de mi pueblo / empezando por Juanico el de Ana,  y arrematando por Emilio Bootello, / los llevo de Emilio Bootello, / Juanico el de Ana, / Juanaco/,  Juanico, la Balita, / Villalobos, / Bernabé, el de la Teta, / El Sordo, / Juan Navarro, el Patón, / Sebastián el del harina,/ Gabriel, el de la Carne, / y Alonso el carnicero, (y seguía con asturianada) y Juanillo, el tonto pastor, / braguerillos, a gorda los vendo yo/  quiquingue, quiquingue /  a chica lo s doy yo y mi hermano…”

Junto Antonio  pasé muchas horas, de niño, bajo la higuera grande; él hacía canastas de mimbre; yo soñaba imposibles.





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