Entran las tardes apropiadas.
Un paseo después de la cabezadilla
-adorable vicio de los españoles – para acercarse a Flores, al convento
a ver y, ya sabes… si se echa un ratillo, mano a mano con Ella hasta puede
venir bien. El sitio único; el momento el adecuado. Siéntate donde la Virgen o
en el poyete de la puerta. No sabe uno qué admirar más: lo que viene de fuera o
la paz que brota dentro…
Retorna del santuario por el
mismo camino que entraste – tampoco hay otro – porque si tomas hacia abajo te
desvía del destino. Echa como aquel que va para la parte del pueblo.
Párate, cuando de nuevo
llegues, en la carretera. De frente una pequeña edificación simula una ermita
pero que no lo es, alberga la Cruz del Humilladero. Recuerda tiempos de luchas
y desencuentros. Hay, también, quien afirma que a esa cruz se encomendaban los
caminantes cuando salían del pueblo. Buscaban su protección para el camino.
No habrás andado mucho cuando
te asalte una duda: si tomar a la derecha, por el camino que faldea El Hacho, o
seguir, ya por cuesta descendente hasta
el pueblo por la carretera.
Antes, porque la naturaleza
tiene cosas asís, una enorme piedra desprendida del macizo de arriba se te
muestra como un buda gigante o como un
fantasma que sorprendido por la luz del día agita los brazos. Para nosotros,
cuando niños, era “el Peñón de las Palomas”.
Un poco más adelante, el
Llanillo chico…¿Sabes? Para nosotros era algo tan grande como el Maracaná de
los pobres. Los mayores no nos dejaban jugar en el campo de fútbol ya allí
éramos Garrincha, Pelé, Puskas o Ramallets… ¡Cuántas ilusiones de niños!
Echa la vista monte arriba. El
terreno es abrupto, escarpado, quebrado…, pocas tierras de labor y mucho monte.
Es tan bello el paraje que si puedes, aléjate del camino. Sube, monte arriba,
por el solo placer de prolongarlo en el tiempo.
Si bajaste por la carretera,
según qué hora, gente solitaria o en grupos pequeños, va y viene. No pasa nada.
Es por lo del colesterol, lo de mantener la línea, - la del cuerpo, la otra, pues, buena está La
Línea en los tiempos que corren – rebajar el peso, por tomar el sol…
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