sábado, 3 de marzo de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras. Ernestina Champourcin


 Sus versos tienen la nostalgia de Juan Ramón; el pellizco del poeta del Moguer de la que es una seguidora. Su poesía es la evocación y el pedir respuesta que a veces no llega: “¿Al final de la tarde / dime tú que nos queda?

Mujer de vida muy longeva, nació en Vitoria en 1905 y murió en Madrid a los 94 años, o sea en 1999. Su vida transcurrió en un mundo culto, refinado y de una posición social elevada. Provenían de la Provenza francesa. Su padre tenía el título de barón y ejerció la abogacía; su madre de origen uruguayo tenía ascendencia de militares en su familia.

Su educación madrileña – donde se trasladan cuando ella tiene diez años es esmerada. Sin embargo su padre se opone a que acceda a la Universidad, cosa poco comprensible, si se tienen en cuenta que era un hombre de formación de ideología con algún tinte liberal.

Escribía y hablaba correctamente, además, el inglés y el francés. Su acercamiento al mundo literario es a través de la lectura. Los místicos españoles tienen una influencia grande sobre ella y sobre todos, Juan Ramón a quien siempre considera como su maestro.

En 1923 comienza a publicar: en 1925, aparece ‘En silencio’, le manda un ejemplar a Juan Ramón. Espera ansiosa la respuesta. No le contesta. Años después lo conoce, conjuntamente con su esposa, Zenobia, en La Grana de San Ildefonso. Comienza una amistad profunda.

Entra en contacto con los poetas de la Generación del 27. A través de Juan Ramón conoce a los poetas ingleses y comienza a publicar, ‘El Heraldo’  y ‘Epoca’, en la prensa de Madrid, anterior a la guerra. Sus colaboraciones son en torno a la poesía que por aquel entonces se conoce como ‘nueva’.

Su poesía evoluciona desde el Modernismo de Juan Ramón hacia una poesía más sensual. En 1936 contrae matrimonio con Juan José Domenchina, secretario de Azaña. Luego viene el peregrinaje por el exilio. Primero en España, luego Francia y Mexico donde muere su esposo.

Mujer independiente, vuelve a España en 1972. Se redescubre en su propio país. Aparece de manera más viva su preocupación por la mujer. Lucha para que se le reconozca su valía intelectual y cultural y relama que la mujer sea reconocida por su dignidad. 




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