El hombre del tiempo – ahora parece
que sí, que es cierto y que llueve – lo anuncia desde hace unos días y dice que
el Sur, todo el Sur estaría bañado por las borrascas que vienen por el
Atlántico y que entran por Cádiz y todo eso que sabemos y que para nosotros es
fundamental.
Pero no ha sido el hombre del
tiempo, fue el Telediario quien daba la noticia. Un rato antes, Agustín Lomeña
lo anunciaba en nuestro grupo de ‘Perotes por la Perosia’: Ha muerto, en Berlín,
Jesús López Cobos… Hasta aquí pues, eso.
Pero no es eso, no. Jesús de
niño vivió en Álora. Su padre fue Jefe de la Oficina de Correos y él anduvo por
las calles con casas ahítas de cal blanca y ventanas de forja, bajo un cielo azul y limpio por donde vuelan las palomas.
Jesús supo de la sombra de El
Hacho, del campo en primavera, de las campanas que tocaban al atardecer y de los almendros en flor cuando por aquí se
adelantan en floración a otros almendros que sacan a la calle, o mejor, a la
brisa de los cerros, sus flores, pero casi siempre un poquito después. Luego,
pasó por el Seminario y por el Conservatorio de Málaga…
Dice el hombre del telediario
que Jesús renovó – porque Jesús López Cobos ha sido uno de los más grandes
directores de Orquesta que ha dado España – todo el mundo de la música sinfónica.
Sus aportaciones han sido de una categoría y de un renombre que quizá ahora,
después de muerto, comenzarán a aflorar de igual manera como brotan los
manantiales después de la temporada de lluvias.
Su palmarés asombra. A la
licenciatura en Filosofía y Letras une la Diplomatura en Dirección de Orquesta
en Alemania y Nueva York. Ha dirigido
las orquestas más prestigiosas del mundo, desde la Fenice de Venecia, la
Orquesta Nacional de España, la Deustche Oper de Berlín, la Royal Philarmonic
Orchestra Siymphony de Londres, Nacional de
España, Teatro Real… Los Ángeles, Chicago, Filadelfia, Pittsburg….
Honores, reconocimientos,
Príncipe de Asturias...La muerte lo ha encontrado en Berlín. Seguro que en la
punta de su batuta siempre llevó un rayo del sol que, de niño, vio por las
calles de Álora y de su cielo azul por el que vuelan las palomas.
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