viernes, 2 de marzo de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Jirones de cielo y sol


El hombre del tiempo – ahora parece que sí, que es cierto y que llueve – lo anuncia desde hace unos días y dice que el Sur, todo el Sur estaría bañado por las borrascas que vienen por el Atlántico y que entran por Cádiz y todo eso que sabemos y que para nosotros es fundamental.

Pero no ha sido el hombre del tiempo, fue el Telediario quien daba la noticia. Un rato antes, Agustín Lomeña lo anunciaba en nuestro grupo de ‘Perotes por la Perosia’: Ha muerto, en Berlín, Jesús López Cobos… Hasta aquí pues, eso.
Pero no es eso, no. Jesús de niño vivió en Álora. Su padre fue Jefe de la Oficina de Correos y él anduvo por las calles con casas ahítas de cal blanca  y ventanas de forja,  bajo un cielo azul y limpio  por donde  vuelan las palomas.

Jesús supo de la sombra de El Hacho, del campo en primavera, de las campanas que tocaban al atardecer  y de los almendros en flor cuando por aquí se adelantan en floración a otros almendros que sacan a la calle, o mejor, a la brisa de los cerros, sus flores, pero casi siempre un poquito después. Luego, pasó por el Seminario y por el Conservatorio de Málaga…

Dice el hombre del telediario que Jesús renovó – porque Jesús López Cobos ha sido uno de los más grandes directores de Orquesta que ha dado España – todo el mundo de la música sinfónica. Sus aportaciones han sido de una categoría y de un renombre que quizá ahora, después de muerto, comenzarán a aflorar de igual manera como brotan los manantiales después de la temporada de lluvias.

Su palmarés asombra. A la licenciatura en Filosofía y Letras une la Diplomatura en Dirección de Orquesta en Alemania  y Nueva York. Ha dirigido las orquestas más prestigiosas del mundo, desde la Fenice de Venecia, la Orquesta Nacional de España, la Deustche Oper de Berlín, la Royal Philarmonic Orchestra Siymphony de Londres, Nacional de  España, Teatro Real… Los Ángeles, Chicago, Filadelfia, Pittsburg….

Honores, reconocimientos, Príncipe de Asturias...La muerte lo ha encontrado en Berlín. Seguro que en la punta de su batuta siempre llevó un rayo del sol que, de niño, vio por las calles de Álora y de su cielo azul por el que vuelan las palomas.



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