martes, 13 de marzo de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Girasoles


Quedan flecos de tristeza en el aire. Faltan respuestas y sobran preguntas. Cantan, como cantan todas las tardes, ahora que se  anuncia primavera, los pájaros en la huerta.  En los cipreses arrullan las tórtolas turcas…

Pasan las nubes. Van como quien camina con desgana. El cielo tiene esta tarde un tinte raro como brotado del fondo de muchas almas. Está el cielo de un azul que no es celeste y deja, aparcadas sobre la sierras, las nubes negras.

Cuando yo era joven  don Álvaro nos enseñaba Pedagogía. Nos hizo leer a algunos filósofos teóricos de la educación. Doña Manuel nos introducía en la Filosofía del Educación. Nos abrió  las puertas a las distintas corrientes… A nosotros, aquello, entonces, que creíamos que nos íbamos a comer el mundo, nos sonada a algo muy teórico y muy viejo.

Por ella, por doña Manuela,  supimos que Hobbe, un inglés, que había nacido en el XVII,  había  ido muy lejos. Su teoría era que “el hombre era un lobo para otro hombre”. Poco más o menos. Thomas Hobbe, claro,  profundizó también en otras materias y su doctrina marcó escuela.

Jean Jacques Rouseau, en el XVIII, opinaba de manera diferente. “El hombre nace bueno; la sociedad, con la que entra en contacto a lo largo de su vida, lo vuelve malo”. La educación es la que tienen que corregirlo.

 Un filósofo alemán, a caballo entre el XVIII y el XIX, Schopenhauer, que lo tenía claro. Muy claro y opinaba diferente. “El hombre, venía a decir, en resumen de sus teorías, es malo por naturaleza; solo la educación puede arreglar el entuerto…”

Esta mañana cuando finalizaba el funeral - ¡qué duro es querer representar lo negro de la muerte, porque la muerte es negra, de blanco!, la voz quebrada de una madre rota pidió que escuchásemos ‘Girasoles’ en honor de Gabriel…

En nuestro interior afloran recuerdos. Están enconadas las espinas. Las ha sembrado un mal viento venido del otro lado del mar.  Toca, ahora, sembrar el campo de girasoles, muchos girasoles. No hay  que dudarlo el “mundo está lleno de mujeres y hombres buenos”. Va por ti, y por los tuyos Gabriel. ¡Ah, y no te olvides de echarnos una mano, la necesitamos!





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