viernes, 6 de diciembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. De niña a mujer

                                              

Fue el título de una canción de Julio Iglesias. Por cierto, bellísima, melosa y dulzona en su estilo más castizo, pero bellísima. Hoy acudo al título, no por la canción del siempre bronceado por el sol de Miami o por los rayos esos de la máquina. No. Se lo debo al Día a la Constitución.

Se nos ha hecho grande. Miren por donde. Madrid despertó de sol y frío. Lo propio de diciembre y la gente se agolpó y vio entrar, desde la lejanía - como tiene que ser - a los políticos, en el Palacio de las Cortes. Hay imágenes que,  no por conocidas, dejan a uno indiferente: dentro de unos días, el 22 en el Palacio de Loterías; ante Jesús de Medinaceli, en el primer viernes de marzo; en la Carrera de San Jerónimo el 6 del mes de la Pascua...

Me quedo con el segundo renglón del Artículo primero del Título Preliminar donde afirma que España propugna como valores supremos: “la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”
¿Cabe más? ¡Por Dios! Y la quiere reformar. Vamos, como la mujer guapa que al pasar por la calle hace que la gente vuelva la cabeza y, la vecina envidiosa, mezquina y mediocre, como  puede ponerle muy pocas pegas, va y dice: ‘sí, sí, está muy bien, pero es muy sosa’.

Si la clase política hubiese sido capaz de desarrollar, plenamente, uno de los apartados… A esta España si que no la conocería “ni la madre que la parió” como anunció el ‘artista’ sevillano.

Han ahogado aquellos tiempos de tolerancia y comprensión, el aire nuevo que renovaba al viciado.  Corren tiempos de corrupción generalizada. Mientras queden becarios para despidos y culparlos (como si no se supiese del poder ‘enorme’ del becario), y se trampee para no meter en la cárcel -algunos ya se acercan, como las muñecas de Famosa- a duqueses y parentelas, esas palabras, serán, bellas pero sólo eso, palabras.


No puede haber dicha completa. La Constitución, se nos ha ido de “niña a mujer” y se nos ha muerto gente que sí lucharon por ideales de libertad, justicia, igualdad y pluralismo político. ¿El último? Ayer mismo: Nelson Mandela. Y nosotros, casi sin darnos cuenta.

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