Lo dice el refrán: ‘El Levante las mueve y el poniente, las
llueve’. Cuentan los hombres del tiempo que las borrascas este año, por mor de
un anticiclón, entran o muy altas, o pasan por debajo del mar de Alborán.
O sea, que cuando vienen a estas tierras del sur, -al sur
del sur- para que nos entendamos entran – después de girar sobre ellas en el
Mediterráneo - como de la parte de Granada que aquí es levante y las nubes no
sueltan ni gota y llevamos un otoño…
Me dice un amigo que mide estas cosas que desde que comenzó
el año meteorológico, es decir, desde el primero de octubre hasta estos días principios de diciembre, ha
recogido dieciocho litros de agua por metro cuadrado y así, por mucho que se
quiera no se va a ninguna parte.
Están las lomas con las sementeras que no nacen. Los surcos
duermen en besanas imposibles; el grano espera algo de tempero para romper y
alfombrar de verde que con el sol dorado de estos atardeceres dulces invita a
que uno se extasíe mirándolos.
Pasaba esta tarde una banda de patos en vuelo muy alto. Uno
se pregunta ¿a dónde irán los patos con una tarde tan ventosa y revuelta? Los
patos, deben ser como los niños traviesos, cuando más falta hace que se queden
quietos, más se mueven de sitio.
A lo mejor, cualquier
día de estos “el poniente las llueve” y pilla a los patos fuera de lugar y el
campo, agradecido siempre, hace que rebroten los espárragos, carga de aceite a
la aceituna de molino, y le da zumo a las naranjas tempranas y...
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