Suena a publicidad navideña de un producto que está para
chuparse los dedos. No lo es, obviamente, pero su trabajo sí es para degustar
todo lo bueno que ‘Nuestra Tierra’ sabe, ofrece y hace. Esta noche - o sea como quien dice dentro de rato- en el
teatro Cervantes de Álora torean. Por cierto, aforo ya vendido desde hace días…Cartel
de ‘no hay billetes’.
Parecía que se habían ido, y no se han ido. Están aquí. Ha
sido un reposo largo y espaciado que, a los que gustamos de estas cosas, nos ha
parecido demasiado. Esto no se les hace
a los amigos. De verdad.
Lleva este grupo en su música esencia y buen hacer. Es a la
música folk de Álora lo que el Nuevo Mester de Juglaría supuso para la música
de Castilla: un renacer desde los más genuino del pueblo llano –como solía
‘fablar’ el pueblo a su vecino en palabras de Gonzalo de Berceo- pero que
ellos, además, le ponen música.
No hay que rebuscar mucho en el folclore del pueblo para
saber que unas castañuelas, una guitarra, un almirez, una botella de anís
rascada con un instrumento metálico, un tambor rociero…. Todo simple y, todo,
sublime; todo sirve para arrancar de las fibras del alma –si es que el alma
tiene fibras- la sensibilidad que
atesora dentro.
Y la voz. Fueron, al principio siete… y uno más. Ahora,
porque así lo requieren los tiempos, son siete y, agregan savia nueva: Chema (“de
casta le viene al galgo”) aporta juventud y sangre de artista, por parte y
parte: Gabriela y Pedro; Mariché y, otro Pedro… y, los demás. Todos los demás.
Los que estuvieron, los que están y, los que… Ya me
entienden. Manda, como en todo el tiempo. Han andado muchos caminos y, buenos.
Tarifa, Jódar, Almansa, Vélez-Málaga… Parecían que se habían ido; no se han
ido. Están aquí y ahora. Luego dentro de un rato… ya saben, para chuparse los
dedos.
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