Dice la botánica que, el trébol, nace en los prados, tiene
tres hojas y es de color verde. Se
extiende por las praderas del hemisferio norte y suele ser planta de primavera
que es cuando el campo se viste de flores.
Para los amantes de todo lo exotérico y distinto, es algo
más. Rizan el rizo y buscan el trébol de cuatro hojas. Si se encuentra de
manera accidental, entonces ya es el no va más: se compra lotería, se llama a
las que echan cartas y se emprenden cosas que, de otro modo, no se harían.
A las cuatro hojas se le daban como, a los puntos
cardinales, cuatro destinos: esperanza, fe, amor y suerte. El hombre se agarra
a un clavo, aunque sea ardiendo y si, es supersticioso pues, entonces, más.
Rocío Dúrcal cantó -
‘Trébole’- en aquella España de hace muchos años, tantos, que ni había llegado
la Democracia, y venía a decirnos cosas bellas de ríos de aguas azules y de montañas y de ojos maravillosos y enamorados.
O sea hablaba de amor.
El sol de estos últimos días de otoño, doraba, al caer la
tarde, las cumbres de El Torcal. Las sombras ya habían subido por Virote, las
Lomas, el Cerro de la Fiscala, Gamonales… La Joya y Los Nogales eran pinceladas
blancas en una tarde de un día que empezó gris y con una harineo –como queriendo
ser lluvia, pero no lo era- que no llegaba al suelo.
Desde Flores, en la lejanía…veía como se iba la tarde.
Barbeito –Antonio García Barbeito- me hablaba de versos; recitaba, recordaba.
Hablaba de pregones, de artículos, de recuerdos… No lo sabe, pero cuando lo
vea, le diré que entre Marilina con su fotografía, y él se han encargado de
decirme que es verdad, que existe el trébol… de cuatro hojas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario