Salgo del metro, en Callao, la Gran Vía - río de soledades juntas - está desbordada.
Va la marea de orilla a orilla. Sube por momentos. Del cielo bajan halos de luz
artificial. Cada uno, a su manera, aviva la suya interior. Parece que la felicidad
va en proporción al ruido y a la bulla.
Por Preciados no se cabe. Gente y más gente. Coros
infantiles llenan la calle de música que sale de las tiendas. Hablan, las
canciones, de pastores, de montañas con nieve o preguntan al Niño, un año más,
de quién es y por su nombre y dicen que la Navidad es blanca y que ¡Holanda, ya
se ve!
En Sol, abarrotado, los peces no terminan de hartarse de
agua. La gente va y viene. Más bulla. Un cordón policial impide que entre más
gente en la plaza porque ya no se cabe. Se esquivan. Piden que ande y ande la
marimorena. Hablan de campanas “y, sobre campana, una” ¿Será porque estamos en
Sol?’
Desde su caballo de bronce y sobre un pedestal, Felipe III, el
rey de aquel tiempo tan lejano, ve la ilusión de la gente. Se acercan a los
puestos. Las figuritas se perdigarán por Nacimientos de muchas casas…
¿Chencho? ¿Dónde está Chencho? ¿No se acuerdan? Sí, Chencho,
el niño de la ‘Gran Familia’ que dirigió Fernando Palacios (1962). Se le perdió,
al abuelo - Pepe Isbert - mientras miran y sueñan con los pastores de la Plaza
Mayor. Alberto Closas, Amparo Soler Leal, José Luis López Vázquez…La gente
compartió angustia, zozobra y buscó a Chencho… hasta el telediario.
Apareció aquel Chencho de entonces. Hoy, también, muchos
buscamos a ‘otro’ Chencho. ¿Lo encontraremos? Por la calle Postas vuelvo a la
calle Mayor. Metro suprime, temporalmente, las paradas en la estación de Sol. Sigue
la marea de soledades. Imposible andar. La gente se enfunda en abrigos. Hace
frío; por fuera, seguro. Ojalá se cambie en calor de solidaridad, por dentro.
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