domingo, 15 de diciembre de 2013

Una página suelta del cuaderno de bitácora. Olvido

                                              

“Lo mejor del recuerdo es el olvido”, escribió el Maestro Alcántara. Luego habló de una Málaga que naufragaba y emergía, de un niño que jugaba a la alegría y, de esas otras cosas, que la mar del verano trae hasta el rebalaje donde el poeta dice, también, que “ser hombre es ir andando hacia el olvido”.

Otro Maestro, Antonio García Barbeito, un día, se entretuvo en escribir: “Desengaños los precisos, / por si dejas de quererme, / ya me estoy haciendo al olvido”. Tendremos que ponerle nombre. ¿Resignación? ¿Sueños que esperan cumplirse? Algún día se lo preguntaré y, si me lo dice, os lo cuento.

De olvido, otro olvido, - más duro, más cruel, más inhumano – es que han muerto tres personas en un pueblo donde la blancura de su pan es proverbial. Para más ‘inri’, a ese pueblo se le conoce como Alcalá ‘de los panaderos’. O sea, por falta de pan y por sobra de pobreza… ¿cómo se le pone a esto? Para acallar conciencias: pongámosle, olvido.

Alguien dio una definición de Cultura: “Cultura es lo que queda cuando llega el olvido”. Me parece que acertó. Dio en el clavo. He usado muchas veces esa afirmación cuando, hurgando, en los recuerdos, buscaba algo perdido, precisamente, en el ‘olvido’.


Mis amigos - alguna amiga, también - andan, estos días,  revenidos,  revoltosos y revueltos. Todo por Olvido. Me refugio - una vez más -  en Juan Ramón: “Yo soy yo. / Soy ese / que va a mi lado sin yo verlo; / que, a veces, voy a ver, / y que, a veces, olvido”. 

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