La megafonía de la estación de Atocha anuncia salidas de
trenes de manera continuada. Tren a Gijón con parada en Valladolid- Campo Grande; otro, a Barcelona-Sants
con parada en Zaragoza-Delicias y Camp de Tarragona; y, a Valencia-Joaquín
Sorolla; el de Alicante, tiene paradas en Cuenca- Fernández Flórez y Albacete-Los
Llanos; a Sevilla-Santa Justa. Ave a Málaga-María Zambrano…
A media mañana, el tren arranca con sigilo. Ya no huelen las
estaciones a trenes antiguos ni hay humo, ni a carbón. No se oyen aquellos
pitidos agudos, del Jefe de Estación que, con el silbato, daba la orden de
marcha y respondía el maquinista… Maraña de vías; se entrecruzan. Se cruza con
otros trenes. La ciudad se pierde y queda atrás.
El día está gélido. Se condensa el humo de las calefacciones
en el aire frío. Sale el tren a campo abierto. En la lejanía, restaurado,
sobresale la piedra limpia del Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles. Más adelante, se
recorta el castillo de Consuegra. Por la Sagra, el Tajo, es un río de medio
pelo y, en el horizonte, Toledo, la ciudad de siempre.
En Los Yébenes recuerdo a Olvido. ¿Qué habrá sido de ella?
Pienso. ¡Hay que ver lo que hace la gente para tener un minuto de gloria(¿).
Leo un rato. Manuel Chaves Nogales: Juan Belmonte, matador de Toros. En el
epílogo Josefina Carabias cuenta: le preguntan a Juan ¿como un hijo de Carlos
Núñez - le muestran una fotografía subido sobre el lomo de un toro bravo - ha
podido amansarlo?: “pues… dándole de comer como se amansa a todo el mundo”.
Juan, genio inmortal.
Entra el tren en un túnel largo de niebla espesa. Las
encinas son fantasmas de copas redondas. Se conjugan tres cifras capicúas: el
tren 2112, a las 12,21 alcanza una velocidad de 212 kilómetros/ hora.
Ciudad Real, -despertó al progreso con el AVE- y ahora, lo
hace al medio día entre un desperezarse y
recuerdos. Muchos recuerdos. ¿Adónde se fue aquel curso de verano? Y,
Tom Jones y Delilah, y Alfonsa - que era
de Zamora -, y Esperanza, y Licinio y “El Pichi…” Miguel Ríos cantaba,
entonces, aquello de: “aquel agua tan fría/ y tu forma de nadar/ en el río
aquel…” El tren sigue su marcha…
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