Vino como vienen las cosas grandes, casi sin hacer ruido.
Llegó, llenó el escenario y la gente se quedó con sabor a poco, porque aquello,
supo a poco, a muy poco. Y Antonio García Barbeito –veintiséis años después del
su primera puesta en escena- dijo, como él solo sabe decirlo, su Cuento de
Navidad: El día que Jesús no quería nacer.
¿Lugar? Teatro Cervantes de Álora… Todo a beneficio de
Caritas y… del enriquecimiento - por dentro que son las riquezas más buenas - de todos los
que estábamos allí que éramos muchos. La gente aplaudió. Se echó - que no llegó
a echarse - el telón porque Antonio, sencillamente se retiró por un lateral del
escenario y no había palabras para decir todo lo que allí se había vivido.
Grande Antonio, grande el texto y el mensaje del Cuento y
grande la respuesta de Álora que echó una mano a los que, en palabras del
alcalde, tienen la ‘mala costumbre de comer todos los días, y de vestirse y de
no querer pasar frío…” Hermosa manera de hablar de cubrir las necesidades
básicas a personas que lo pasan mal.
El día que Jesús no quería nacer es poesía pura. Es esencia
y dulzura; el mensaje de Amor, Esperanza, Fe, Justicia…Los valores que mueven
eso que damos en llamar el mundo, al que alumbra, el sol cada mañana y, donde
damos en vivir.
El Cuento es original, extraordinario, único. Habla un Ángel
y la humanidad, ¡ay, la humanidad! con tanta necesidad pide que venga Dios, en
forma de Niño, en la Nochebuena porque esto sin Él, ya ven, tiene poco arreglo.
Y Dios dice: Ahí va eso y nos regala estas pinceladas - a
modo de Cuento - para que uno siga pensando, que sí, que es verdad, que existen
los Reyes Magos, aunque uno solo sea el
que se sube al escenario: Antonio García Barbeito, su autor; ¿los otros dos…?
Los otros dos se disfrazan de voluntarios de Caritas y se sientan entre
el público. Maravilloso, de verdad, maravilloso. Y, aunque era de noche: nació
la Luz.
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