Julio, 15 martes
Como cada año, 16 de julio, cuando el sol se hunda, poco a poco, en el horizonte al rebalaje llegaran barcas entre olas de nácar. En su cubierta un tesoro preciado: la Virgen del Carmen.
Paco Rengel, mi entrañable y recordado amigo, tuvo la culpa. Una tarde, de no me acuerdo qué año, me invitó al pregón que daba a ‘su’ Virgen del Carmen y en ‘su’ barriada de El Palo y, luego, el día de la Virgen, a la procesión. Allí me fui; nos fuimos.
En la orilla esperábamos - Jose Marí, que ya tampoco está - , Rosi, Maribel y Paqui…– supimos muchas cosas. Luego, cuando la procesión entró en la parroquia de las Angustias, muchas más… La gente cuando se mueve por lo que lleva dentro habla de otra manera.
“A
“Salve, reina de los mares”, se cantaba sobre la cubierta de los buques cuando un cornetín anunciaba que se había terminado el día. El sol se iba, a veces, entre nubes, a veces, con un cielo azul turquesa. Dicen que por allí se va a América; por el Oriente, mañana con el alba vendrá, otra vez la luz.
De las tres Vírgenes del verano - la del Carmen, Asunción y Natividad - la ‘marinera’ es la que abre puerta en el calendario. Al poco de varar la jábega en la arena las estrellas ya son las luces de la noche. Anida dentro una sensación nueva y única. Con la Virgen del Carmen sí que ya ha arrancado el verano.
De niños nos dijeron que
Ahora dicen que el purgatorio –con el que nos
asustaron - no existe y que está aquí. ¿Y el infierno? Quién escribió y dijo de
él, ese seguro que no quemó leña en varano. Me pregunto y ¿si la Virgen del Carmen nos
echa un escapulario y nos saca de este otro purgatorio qué sí existe?
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